La cueva se extendía hacia las profundidades como las entrañas de una bestia antigua. Las paredes brillaban con cristales que emitían luz tenue.
—Este lugar es antiguo —Luna susurró, tocando los símbolos tallados—. Puedo sentir el eco de rituales realizados aquí.
—Rituales de poder —Zara confirmó—. Los Alfas Primordiales usaban este lugar para vincular manadas, transferir poder... otras cosas que los lobos modernos considerarían tabú.
Llegaron a una cámara circular masiva. En el centro había un altar de piedra negra, tallado con runas que brillaban rojo sangre. Alrededor, estaban cuatro círculos marcados en el suelo.
—Aquí formaremos su manada apropiadamente.
—Pensé que ya éramos una manada —Dante frunció el ceño.
—Son aliados. Amigos, quizás más. Pero no una manada verdadera. Una manada requiere vínculos más profundos. Sangre, magia y compromiso absoluto. Lo que propongo es un lazo cuádruple. Los cuatro unidos espiritualmente. Compartirán fuerza, sentimientos, incluso pensamientos c