El ejército aliado marchaba hacia el territorio de Luna Plateada como una fuerza de la naturaleza. Cientos de lobos de diferentes manadas unidos bajo el liderazgo de Dante, sus pasos sincronizados, sus miradas determinadas. Era un momento épico que quedaría grabado en la historia de las manadas.
Dante cabalgaba al frente en un lobo alfa gigante, una criatura magnífica llamada Trueno que había sido el compañero de batalla de su padre. El animal lo había reconocido instantáneamente, aceptándolo como jinete. Era otro símbolo poderoso: el hijo de Marcus montando la bestia de Marcus.
A su lado cabalgaban Luna, Aria y Zara en sus propios lobos gigantes. Luna en una loba plateada llamada Brisa, Aria en un macho oscuro llamado Sombra y Zara en una antigua hembra gris llamada Sabiduría. Juntos, los cuatro presentaban una imagen imponente de poder y unidad.
—Es hermoso, de manera aterradora— Luna murmuró, mirando atrás al ejército que los seguía.
—Es necesario —Dante respondió. —Víctor responde