Zara no perdió tiempo después de unirse a la manada. Al amanecer, despertó a Dante con un balde de agua helada.
—¡Arriba! —ordenó. —Si quieres despertar tu poder primordial completamente, necesitas sufrir. El dolor abre puertas que la comodidad mantiene cerradas.
—Buenos días a ti también— Dante tosió, levantándose empapado. A través del lazo de sangre, sintió la diversión de Luna y Kira observando desde la entrada de la cueva.
—No hay buenos días para los débiles —Zara replicó. —Transforma. Ahora.
Dante cerró sus ojos, buscando ese núcleo plateado dentro de él. Las cadenas mentales que lo ataban estaban ahí, forjadas de miedo y duda. Tiró de una, sintiendo dolor ardiente recorrer su cuerpo.
Sus ojos brillaron plateados. Poder fluyó por sus venas como fuego líquido.
—Bien— Zara asintió. —Ahora manténlo. No dejes que te consuma o te convertirás en bestia sin mente.
Fue más difícil de lo que esperaba. El poder quería explotar, destruir todo a su alrededor. Dante luchó contra él, sudor c