Helena se sintió aliviada, pues se sentía un poco incómoda al estar a lado de Freya.
Se despidió de la señorita Smith y siguió a Roger. Él no le dijo exactamente lo que ocurrió, pero Helena no se alarmó.
Ya había aprendido a detectar las situaciones de peligro, a pesar del secretismo.
Caminó hacia una sección retirada del salón, una área de balcones. Roger le indicó entrar y se quedó de pies en la entrada, se aseguró de que nadie se acercara.
Al entrar, vio la amplia espalda de Russell; él observó el paisaje de la ciudad nocturna.
―Por fin te veo ―dijo Helena, se colocó a su lado y admiró el hermoso panorama juntos.
Helena le dio un fugaz vistazo, pues fue raro verlo con esmoquin, pero a ella le gustó.
―Yo también ―respondió Russell con un poco de cansancio―. Estás hermosa.
Ella elevó la mirada, se dio cuenta de que él, desde hace un buen rato, la había estado admirando con aquellos ojos oscuros.
Desvió la mirada, fingió que no se había dado cuenta.
―Gracias... ―susurró Helena apenada