La frase de Helena hizo más silencioso el interior del vehículo.
―¿Estas segura? ―cuestionó Russell con un rostro frío.
Helena asintió con la cabeza. Quienes sean que estaban detrás de su padre y el Alfa, estaban apuntando ahora al señor Smith.
―Según las investigaciones de mi laboratorio ―habló Gloria―, esa dr0ga no es un veneno de rápida acción. Es muy diferente al humo que respiré aquella vez cuando me atacaron.
―O aquel polvo que aspiré por error. ―Añadió Russell, recordó el día en que cazó a los mercenarios humanos.
«¿Qué tantos usos tiene esa planta?» Helena pensó para si misma. Tenía claro que esas personas eran maestros sobre la manipulación de la flor del diablo.
Se le ocurrió algo y preguntó:
―¿Quizás quieren envenenar al señor Smith y luego manipularlo con el antídoto?
La pregunta de Helena fue válida, pero rápidamente fue desechada con el comentario de Gloria.
―Ese perfumen es muy débil para eso. A lo sumo es como un relajante muscular que dura poco de tiempo.
―¿Está segura