«Me darás cachorros, tantos como puedas. Quiero un sucesor digno; y los parirás como mi Luna, una falsa, claro está.» Prisionera por 13 años, Adalet ha sufrido en un laboratorio, sometida a crueles experimentos y atrapada en la amnesia. Todo cambia cuando el maldito Rey Alfa, Zefor, quema el lugar y la lleva con él, revelando sus oscuros planes: quiere que Adalet le dé tantos cachorros como pueda. ¡Pero ella no es el juguete de un hombre-lobo desquiciado! Con astucia, Adalet finge su muerte y la de los gemelos que lleva en su vientre para escapar de las garras de Zefor. Su huida la lleva a la manada de otro Alfa, quien tiene vínculos con su pasado y la ayuda a reencontrarse con su padre. Con su ayuda, Adalet planea su venganza. Sin embargo, a medida que ella se adentra en su misión, comienzan a surgir secretos que desafían todo lo que creía saber. ¿Logrará cumplir su venganza o descubrirá que el amor puede cambiar su destino?
Leer más—¡¡AAAAHHH!! ¡ALÉJATE DE MÍ!
El grito desgarrador de la mujer resonó en la húmeda y oscura habitación de piedra, un lugar sombrío donde las paredes estaban cubiertas de musgo y polvo. Las ventanas, en un triste estado de abandono, permitían que una luz intensa y anaranjada se filtrara… una luz proveniente del… ¡FUEGO! Esa noche, el caos reinaba en el exterior del viejo edificio, un lugar solitario en medio del denso bosque. Las llamas lo consumían con voracidad, mientras el aire estaba impregnado de un olor a ceniza y destrucción. Frente a ella, una bestia imponente se erguía, un enorme lobo cuyo pelaje dorado estaba manchado de un rojo intenso, que por supuesto… ¡ERA SANGRE! Misma sangre que goteaba de su hocico y caía de sus colmillos afilados. Era evidente que este monstruo había estado involucrado en algo horrendo, en una cacería que había dejado huellas de muerte a su paso. La hembra, atrapada en un estado de pánico, se lanzó de la camilla de piedra donde había estado recluida. La cama, marcada con extraños símbolos. —¡AY! —exclamó ella, arrugando su rostro en una mueca de dolor. Desnuda y vulnerable, su cuerpo estaba cubierto con marcas de agujas y hematomas. Cada paso que daba hacia atrás, alejándose de la feroz bestia, le recordaba el dolor punzante que la invadía. —¡¡NO TE ME ACERQUES!! —gritó de nuevo, su voz temblorosa, casi apagada por el terror. Su larga cabellera rubia, desaliñada y sucia, era una clara señal de que había sido un miserable objeto de experimentos en ese edificio por mucho tiempo. Su corazón latía con fuerza, como si intentara escapar de su pecho. El imponente lobo, con su cuerpo musculoso bloqueando la única salida de la habitación, parecía disfrutar de su presa acorralada. La mujer, sintiendo que no había más opciones, tomó una decisión desesperada y…. ¡SE LANZÓ POR UNA VENTANA! ¡CRAAANK! El vidrio estalló en mil pedazos, cortando su piel en múltiples lugares, dejando marcas de dolor que se sumaban a las que ya tenía. Pof~ Aterrizó en la tierra fría, pero la inclinación de la colina la hizo rodar sin control. —¡¡¡AAAAAHHHH!!! —el terror aún presente en sus gritos que se perdieron en el aire helado de la noche. Finalmente, se detuvo, y con esfuerzo, intentó levantarse. El dolor era insoportable, una agonía que le recordaba que varios de sus huesos estaban seguramente rotos. A pesar de todo, la lucha por sobrevivir ardía en su interior, empujándola a seguir adelante en una noche que parecía no tener fin. En ese momento, sus ojos verdes esmeraldas se abrieron de par en par al ver a la despiadada bestia saltar por la misma ventana rompiendo todo el marco de piedra a su paso. ¡PUM! El sonido provocado por su cuerpo la llenó de escalofríos. «¡Lala!», llamó la hembra a su loba. Intentando que emerja. Pero era inútil… No hubo respuesta, algo le estaba impidiendo conectar con su loba interior. Ella mostró sus colmillos con furia, mientras yacía sentada, herida y temblorosa sobre el césped. —¡¡NO TE ACERQUES, MALDITO LOBO!! ¡¿QUIÉN ERES?! ¿POR QUÉ ME SIGUES? Pero la bestia no respondió. En su lugar, volvió a su forma humana. Un hombre-lobo imponente se mostró frente a ella, con una musculatura formidable y una altura que alcanzaba el metro noventa. Su aroma era penetrante, y dejaba claro que era un macho Alfa. Cada rasgo en su rostro, sus facciones frías y duras, sus ojos, esos cautivantes ojos brillando de un dorado intenso como el oro, resaltando aún más con la luz del fuego que devoraba el bosque y el edificio. Caminó hacia ella. La hembra desvió la mirada, evitando ver la atractiva desnudez de ese macho. Sus manos se convirtieron en puños temblorosos, aferrándose al césped casi con desesperación, sintiéndose acorralada. —¡AAYYY! ¡DUELE! —gritó ella al sentir cómo el Alfa le agarraba el largo cabello rubio, tirando de ella como si fuera una simple muñeca, levantándola del suelo. —Loba —resonó la voz profunda y autoritaria de ese macho—. Así que tú eres la prisionera híbrida. Tú nombre, dilo. Ella asintió rápidamente, el temor por su vida la invadía, un escalofrío recorriéndola de pies a cabeza. —No… —se atrevió a decirle, mientras evitaba hacer contacto visual con ese enorme macho Alfa. Él la tomó con su mano libre de la mandíbula, la obligó a mirarlo, hundiendo sus dedos en las mejillas de ella con una fuerza que amenazaba romperle la quijada. —Habla o te mato. Oh, pero ella no iba a ceder tan fácil… Una aura mágica rodeó a la hembra, un ligero brillo púrpura… ¡Ella intentó atacarlo!, pero… "¡¿Por qué carajos no reacciona?! ¡No le pasa nada! ¡¿Por qué?!" Pensó ella, ahora más asustada que nunca en su vida. La mirada del Alfa era analítica, mientras veía el aura mágica que rodeaba a la loba. La acercó a él, olfateándola. —¡Mmmm! —Adalet sintió un cosquilleo, y cerró sus ojos con fuerza. «Desde hace un rato me ha estado doliendo la marca de maldición en mi mano izquierda. Creí que era casualidad… ¿Tiene que ver con esta perra?», preguntó Alfa Zefor a su lobo. —Tu nombre, dilo —exigió ese macho, con un tono grave y poderoso que sonaba a última advertencia. «Puede ser útil. La hembra es fuerte, quizá nos sirva. No perdemos nada con intentarlo, Zefor.», le respondió internamente su lobo, Zik. —Soy… soy… Adalet… —dijo ella en un susurro tembloroso y en ese instante… ¡POF! —¡AAAH! —un grito salió de la hembra, cuando ese Alfa le dio un golpe en el abdomen, con tanta fuerza… Que la dejó inconsciente.✧✧✧ Una hora más tarde. ✧✧✧ Adalet estaba sentada en la habitación, tomando su almuerzo en silencio. Las cortinas de las ventanas abiertas dejaban entrar la luz de un día nublado, creando un ambiente frío. Mientras comía, sus ojos se posaron en Zefor, quien se encontraba al otro lado de la mesa, concentrado en un pergamino que mostraba las ubicaciones donde Alfa Malcon seguiría tratando de comunicarse con ella. —No… No voy a tenderle una trampa… —susurró Adalet, llevando la copa con agua a sus labios y bebiendo un trago. Zefor, levantó la mirada, observándola con intensidad. —Nunca dije que iba a utilizarte para algo tan bajo, Luna. ¿Qué tipo de macho crees que soy? —dijo, arqueando una ceja con arrogancia. Adalet sintió que el rubor subía a sus mejillas y desvió la mirada, sintiendo la presión de sus dedos en los cubiertos, mientras cortaba un trozo de comida. —No sé… No sé cómo es mi… —hizo una pausa. Las palabras "su macho" le costaban mucho pronunciar, especialmente ahora
Adalet comenzó a sentarse, su cabellera rubia hecha un desastre, cada músculo de su cuerpo le dolía enormemente, y su intimidad le ardía… A pesar de que el sudor la envolvía, y las marcas de la evidencia de la posesividad de su Alfa llenaban su cuerpo en chupetones y mordidas, quiso levantarse. La hembra se acercó a la orilla, y comenzó a ponerse de pie. —Quizá no sea una buena idea —susurró Zefor, sentado en la orilla, viéndola levantarse con torpeza y tambaleante. —Es… Estoy bien, solo… ¡Ah! —gritó ella cuando uno de sus pies flaqueo y ese Alfa en segundos se levantó y la agarró por la cintura. Zefor la cargó entre sus brazos, yendo con ella en dirección al cuarto de baño. —Apenas esta madrugada tu celo comenzó a cesar. No te esfuerces demás —le dijo él. Adalet sintió su corazón latiendo aceleradamente, y su rostro caliente de la pena. ¡No estaba acostumbrada a depender de un macho!, mucho menos a que un hombre lobo la conscienta o la trate con delicadeza… No en
✧✧✧ Dos días más tarde. ✧✧✧ El pasillo rumbo a la habitación del Rey Alfa era iluminado por la tenue y matutina luz de ese día nublado, que se filtraba por las largas ventanas de la mansión. Tap~ Tap~ El sonido de pasos de botas hacían eco, ese hombre lobo caminando con porte imponente por delante de algunos de sus lobos, luego de una reunión de emergencia del consejo. —¡Por la diosa, no la haga, Alfa!, sí… Puede que sea su mate. Pero, es una traidora, no es digna de Garra Dorada —decía Beta Woren, mientras le seguía los pasos al Rey Alfa. La expresión de ese macho era de claro disgusto. La ceremonia del pacto matrimonial se había aplazado. Ahora con Adalet como su mate, la situación se volvía más formal y delicada. No podía ser un simple viaje, si no un evento principal de la manada, y no podían hacer el viaje hasta el territorio sagrado, si estaban a las puertas de una confrontación con Susurros Nocturnos. Los pasos del Rey Alfa, se detuvieron frente a la puerta de su ha
PERO… Justo antes que de Zefor hiciera movimiento alguno, Adalet llevó su mano al miembro de ese Alfa. Tocándolo con descaro, de arriba hacia abajo, sus ojos lujuriosos… ¡Zefor se quedó inmóvil un momento!, observando a su esposa, que parecían más emocionada que nunca, las manos de Adalet se sentían calientes sobre su miembro, el aroma de sus feromonas de hembra Alfa, eran tan fuertes y penetrantes, que cualquiera que pasara cerca de la habitación podría saber que había una loba en celo dentro. Ella no lo resistió, llevó sus carnosos y rojizos labios a la erecta masculinidad de su Alfa. Probándolo, para ella era su primera vez, pero… El aroma de él, de su mate, de sus intensas feromonas masculinas, de ese macho excitado que la deseaba, la estaba volviendo loca, haciendo que su intimidad nuevamente se mojara, escurriendo jugos por sus muslos; mientras ella lo lamía a él como si fuera lo más delicioso que jamás había probado, sus manos aferrándose a la cintura de ese Alfa. La mirad
Esa mano masculina tomando su muslo con firmeza, ese hombre lobo en una rodilla sobre el suelo en medio de sus piernas, su mirada intensa en dirección a su rostro… Él tenía una expresión seria, más sus ojos dorados y penetrantes, mostraban un brillo de deleite, como si ella fuera lo más precioso que hubiese admirado en su vida. Adalet tragó saliva con inquietud. Sus manos hechas puños a sus costados, la hembra que yacía complemente desnuda, se encontraba sentada en ese sofá largo. Se sentía tan vulnerable, y a la vez tan deseosa como nunca en su vida. Sí, anteriormente había experimentado periodos de celo que logró apaciguar fácilmente con sus pociones medicinas. Sin embargo… Aunque una vez más podía hacerlo, en lugar de seguir la aroma de ese macho y saltar sobre él en el sofá, pudo alejarse y siendo libre de los brazaletes, crear otra poción… No lo hizo. ¡¿Cómo carajos iba a hacerlo, si su loba la estaba volviendo loca?!, sus instintos más salvajes no dejaban de gritar que
—¿Qué te sucedió, Luna? —preguntó Zefor sobre el colapso que ella tuvo, con su voz ronca sumida por la excitación, ese macho veía la figura esbelta y ejercitada de esa loba Alfa, desnuda… Sobre él. —¿Qué? —arqueó las cejas Adalet por unos segundos. De inmediato una sonrisita curvó sus carnosos y rojizos labios, mientras sus manos casi al instante se posaron sobre la camisa de ese macho, que con varios "clip" que anunciaron los botones que se arrancaron, al ella abrirle forzosa y de un tirón la camisa. ¡No estaba en sus sentidos!, Zefor notó que era casi inútil intentar saberlo. Ella se inclinó, besó el cuello del Alfa, besos intensos, lamidas y chupetones, como si él fuera una deliciosa presa recién capturada… ¡Él se sorprendió por un instante!, rápidamente recuperando la compostura. ¿En qué momento su esposa comenzó a desearlo tanto? ¿Todo era únicamente por su celo, o había algo más detrás de la actitud de ella?, ¡cómo sea!, ese hombre lobo no iba a desperdiciar tan exquisita
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