—No puedo creerlo… —murmuré, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho.
—No puede ser tan difícil de creer —replicó Selyna con una mueca amarga—. Mira lo que te hizo a ti.
Suspiró con fuerza, pasándose una mano por el cabello alborotado.
—Uff… no puedo tener esta conversación sobria. Dame un segundo.
—¿Adónde vas? —pregunté, al verla levantarse de la cama.
—Shh —me acalló alzando la mano y llevándose los dedos a los labios con gesto dramático—. Ahora vuelvo.
La escuché alejarse a toda prisa, sus pasos resonando por el pasillo de madera. Momentos después, regresó con una botella de cristal oscuro entre las manos. Se dejó caer sobre la cama con pesadez, como si aquella verdad que cargaba la estuviera desgastando.
Sacó el corcho con un sonido sordo, lo lanzó al suelo y bebió un largo trago.
—Eres verdaderamente la hermana de Amyra —dije, con una sonrisa nostálgica que se quebraba en mis labios.
—Sip… —asintió, limpiándose con el dorso de la mano y esbozando una sonrisa torcida—. ¿P