Capítulo 85.

—Estoy durmiéndome —murmuré, apenas capaz de mantener los ojos abiertos—. ¿Por qué no vas y te encargas tú?

El lobo blanco soltó una risa baja, una de esas que suenan entre burla y cariño.

—Como quieras. No te muevas.

No supe si me dejó recargada en un árbol o simplemente me dejó caer en el suelo, pero en cuanto se alejó, el sueño me atrapó por completo. Todo se desvaneció. El cansancio era demasiado; el cuerpo me pesaba, y la mente no podía seguir el ritmo de lo que acabábamos de hacer.

No sé cuánto tiempo pasó. Cuando abrí los ojos, lo primero que sentí fue luz. Mucha luz. Tuve que entrecerrar los ojos para acostumbrarme, y me tomó un momento entender que ya no estaba en el bosque.

Estaba acostada en una cama. No era la más cómoda del mundo: el colchón era delgado y las sábanas olían a polvo, pero después del suelo frío y la humedad del bosque, casi se sentía como un lujo.

Me quedé mirando el techo, tratando de recordar cómo había llegado ahí. El último recuerdo claro
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP