Capítulo 116.
Respiré hondo y obligué a mi cuerpo a soltar la tensión que llevaba acumulada desde que desperté en esa celda.
Necesitábamos ayuda con urgencia, y si después de dos semanas mi papá, mi hermano… mi manada no nos había encontrado, significaba que estábamos demasiado lejos de la costa. Demasiado lejos de cualquier rastro que ellos pudieran seguir.
La única opción que veía —la única que no dependía del estado deplorable de Alderik— era abrir un portal.
Pero para eso necesitaba tiempo.
Tiempo para que la Muerte de Lobo se disipara un poco más de mi sistema.
Gracias a los humanos que habían bajado a “revisarnos”, sabía que tenía solo un par de horas, a lo sumo, antes de que volvieran a darme otra dosis. Y si eso pasaba… quedaría inutilizada. Otra vez.
Hice una mueca amarga. No eran buenas noticias.
Envié una oración torpe, desesperada, a Nuestra Gran Madre. No pedí milagros; solo que mis músculos respondieran lo suficiente para mover los dedos. Solo que pudiera reunir la energía justa para