La sala del consejo en Lobrenhart vibraba con murmullos tensos y miradas esquivas. Las velas derramaban una luz temblorosa sobre los rostros de los presentes, acentuando las arrugas del tiempo y la sospecha. Cael , erguido al centro, acababa de pronunciar las palabras que fracturaron la calma.

—La salida de tropas hacia el cruce de Tharndorh ha sido ordenada por el Alfa legítimo, Darién Lobrenhart. Sareth lo acompañará, y el Alfa desde Brumavelo, nosotros cumpliremos con nuestra parte.

Un murmullo creciente se transformó en protesta.

—¡¿Y vamos a exponer nuestra seguridad por una guerra ajena?! —exclamó el consejero Barenth Dahr, un lobo de porte robusto y voz ronca, que durante años había sido moderado, pero hoy ardía de ira—. ¿Cuándo dejamos de gobernarnos para convertirnos en un satélite de la Loba Roja?

—No toleraré ese tono hacia Nyrea Ignarossa —replicó Cael con firmeza, su voz sin titubeos—. Es la pareja del Alfa, la madre de su heredero. Y la portadora del fuego que tú mi