Capítulo 52. Sangre en el Congreso.
Las cámaras estaban encendidas desde las primeras horas de la mañana. Afuera del Congreso, una multitud de periodistas aguardaba como si se tratara de un día histórico, con pancartas, flashes y micrófonos extendidos. Los noticieros transmitían en directo cada movimiento, cada rostro que entraba al edificio. Álvaro Serrano, impecablemente vestido de gris oscuro, caminaba rodeado de asesores y guardaespaldas. Su sonrisa era una máscara de acero.
Del otro lado del pasillo, Antonia Rivas avanzaba con paso firme, acompañada de su equipo de fiscales. No vestía de manera ostentosa; una blusa blanca sin adornos, una falda negra hasta las rodillas, y una mirada que hablaba por sí sola. Si había nervios, los ocultaba con la experiencia de quien ha peleado contra lobos antes.
Emilia, sentada entre el público autorizado, observaba la escena con el estómago tenso. Desde la audiencia anterior, el ambiente había enrarecido tanto que ya no sabía en quién confiar. A su lado, Dora sostenía su mano como