Capítulo 43. El juego del poder.
La ciudad entera parecía contener el aliento.
Esa noche, las luces del estudio principal de Canal 9 iluminaban el rostro de Antonia, firme pero sereno. Sentada frente a Álvaro Serrano, no parecía una periodista ni una estratega política. Era una testigo. Una sobreviviente. Y, sobre todo, una adversaria.
La transmisión estaba siendo vista por más de cinco millones de personas en directo. Las redes hervían. Los hashtags #DebateFinal, #SerranoMiente y #AntoniaResponde eran tendencia absoluta.
Desde un salón privado, en la casa de Emilia, ella observaba en silencio. Dora estaba a su lado. También estaba Renata, quien, por iniciativa propia —o eso había dicho— se ofreció a acompañarla en este momento crítico. Sentada discretamente en una esquina, con un cuaderno entre las manos, Renata observaba a Emilia como una terapeuta en sesión, aunque sus ojos —por un instante— parecieron desviarse hacia la puerta cerrada del despacho donde se guardaban ciertos documentos confidenciales.
Pero Emi