Capítulo 18. La caja roja.
El archivo se cargaba lentamente. Una barra azul avanzaba en la pantalla como si midiera el peso exacto de lo que estaba a punto de desmoronarse.
Iván se inclinó hacia el portátil, los ojos fijos, los dedos tensos sobre el mouse. Emilia no decía nada. Se limitaba a escuchar, una y otra vez, la voz de Mauro hablando desde el pasado, desde un dispositivo que parecía haber contenido todas las verdades que él nunca se atrevió a decirle en vida.
—“Ella lo controlaba todo. Las cuentas, las decisiones, incluso a mí. Yo solo firmaba. No quería arrastrar a Emilia, pero ya era tarde. Si estás escuchando esto, es porque Eloísa hizo lo que mejor sabe: destruir lo que no controla.”
Cada palabra era un golpe seco. No solo por lo que implicaba, sino por cómo desmoronaba la narrativa oficial que la familia había defendido durante años.
Los videos hablaban por sí solos. Imágenes de reuniones clandestinas, grabaciones telefónicas donde se escuchaba a Eloísa Restrepo de Castaño coordinando pagos con jue