Despierto con un sobresalto, mi mejilla aún apoyada en el hombro de Leonardo, su chaqueta cubriéndome como un escudo. La sala de espera del hospital de Valtris está fría, las sillas de plástico crujiendo bajo mi peso. Mi cuello está rígido, pero el calor de Leonardo me ayuda bastante , aunque mi corazón late con ansiedad. Mi madre. La cirugía. Me enderezo, limpiándome los ojos, y lo miro, su rostro tenso pero suave, observándome con esa intensidad que me altera una poco, porque parece que el quiere más cosas de mi de las que yo puedo darle, o de las que quiero darle.
Antes de que pueda hablar, el Dr. Morales entra, su bata blanca arrugada, su rostro cansado pero con un atisbo de alivio.
—Señorita Torres, señor Valdés —dice, ajustándose las gafas—. La cirugía fue exitosa. Su madre está estable, pero necesita recuperación intensiva. Las próximas semanas serán críticas.
El alivio me inunda, mis manos temblando mientras suelto un suspiro.
—¿Estará bien? —pregunto, mi voz ronca, las lágrim