Debido a las constantes críticas sobre la actitud de Ariadna y la falta de comprensión sobre su edad y la situación en la que se encuentra, he decidido ajustar su comportamiento al de una mujer de treinta años. Aunque en la historia sigue teniendo 18, su forma de hablar, reaccionar y enfrentar los conflictos ahora reflejará una madurez mucho mayor, ya que, al parecer, la mayoría no estaba dispuesta a aceptar su proceso de crecimiento y adaptación a una vida que ella no eligió y que se escapa de su control.