Lia vivió un infierno al lado de su esposo, por ello, cuando logra librarse de él y comenzar a administrar el hotel que heredó de su abuelo, piensa que su vida está solucionada, pero solo dos años después se ve obligada a buscar un socio comercial que la ayude a salir de la quiebra, y llega a su vida el CEO de una joven corporación de turismo y Lia no logra entender la extraña atracción que siente por él. Cuando Oliver vio a Lia en su primera cita de negocios no pudo evitar sentir que se moría por dentro, la vida le había puesto en su camino de nuevo a su exesposa, pero ella no podía reconocerlo, no después se su accidente y su reconstrucción de rostro y Oliver no encontró el valor para decirle la verdad. ¿Esa sería la segunda oportunidad que le había pedido a la vida? ¿Podría iniciar una relación con Lia sin decirle que era el hombre que le había desgracia la vida? ¿O tal vez su nuevo rostro le permitirá ocultárselo por siempre?
Leer más— ¡No voy a darte el divorcio! — le gritó Oliver lanzándole los papeles a la cara y Lia sintió como la rabia que tenía en ese momento llegó a un punto extremo.
— Yo no te estoy pidiendo el favor, te estoy exigiendo que firmes estos papeles — le contestó y recogió las hojas que volaron por el suelo.
— ¿De qué diablos me estás hablando? — los ojos oscuros del hombre se hicieron más oscuros todavía — sé que nuestro inicio fue complicado, pero estamos bien, esa noche hicimos el amor…
— ¿El amor? Solo fue una noche de sexo borrachos — Oliver enmudeció — Ya lo sé todo, Oliver — le escupió Lia — este matrimonio arreglado por el bien de la empresa de mi papá no fue idea suya, ¡fue tuya! — Oliver levantó el mentón.
— ¿Y? — le preguntó descaradamente y Lia dejó escapar el aire.
— Yo tenía planes, una vida lejos de este país y tú la arruinaste. Cuando mi papá me dijo que su empresa estaba en la ruina y que tenía que casarme contigo para que aceptaras ser su socio comercial sacrifiqué todo de mi vida para poder hacerlo, pero hoy me enteré de todo. Papá vino esta mañana y le exigí la verdad, tú utilizaste tus negocios sucios para que la empresa de papá quebrara y poder casarte conmigo — Oliver apretó el entrecejo, dio un paso hacia Lia, pero ella retrocedió.
— ¿De qué diablos estás hablando? Eso es mentira, fue tu padre el que llegó a mi…
— ¡Ya no me mientas! — le gritó Lia y Oliver se pasó los dedos por la cabeza, siempre había usado el cabello muy muy corto — estás obsesionado conmigo desde que me viste esa vez en la universidad — el hombre cayó sentado en la silla más cercana presa de un mareo.
— No fue una obsesión, yo de verdad te quiero, Lia — la cara de ella se calentó de la rabia que le trepó por la garganta.
— ¿Quererme? ¿Entonces por qué te acostaste con cuanta mujer mientras estábamos casados? ¿Por qué me humillaste tantas veces en las ridículas fiestas de tus hermanas? — Oliver se puso de pie de nuevo.
— ¿Quieres la verdad? Te la diré. Porque yo te amo, te amo de verdad, pero cuando nos casamos e intenté buscarte esa noche, ¿Recuerdas lo que me dijiste? — Lia no contestó — entonces yo te lo recordaré, me dijiste: prefiero mil veces caminar sobre brasas ardientes que tener una real relación contigo, me das asco — ella le apartó la mirada.
— La noche de bodas con un desconocido, ¿Creías que todo sería como en los cuentos de hadas?
— No sabes lo difícil que fue — le contó Oliver dándole la espalda, tenía los puños muy apretados — dormir contigo cada noche para mantener la farsa, oír como respirabas a mi lado y no poder tocarte, no poder abrazarte, verte a diario y ver el asco con el que me mirabas, dolía como si me apuñalaran cada vez. Creí que en las camas de esas mujeres podía llenar el vacío, pero cuando regresaba a casa y te veía… lamento todo esto, Lia, de verdad lo hago, me desquitaba contigo, pero era mi culpa.
— ¡Claro que lo era! — le gritó ella de nuevo — ahora siento más asco que nunca, todo lo planeaste desde el principio, ¿Cómo lograste poner en quiebra a mi padre?
— Yo no hice eso…
— Pero antes te odiaba porque pensé que eras un oportunista que elegiste casarte conmigo por pervertido, como si todo tu dinero pudiera comprar hasta una esposa.
— ¿Si me odiabas tanto entonces por qué comenzaste a cambiar? Cuando entendí que nunca te tendría dejé de pelear, pero tú cambiaste, me sonreías en las mañanas… Me diste esperanza. No he tocado a otra mujer desde la noche que estuvimos juntos.
— Yo pensé que estabas cambiando, pero veo que no es así, esa noche fue una gran equivocación, todo esto lo fue. La empresa de mi papá ya está bien, no hay razón para que esta locura continúe — le tendió los papeles y Oliver se los quedó mirando, como si fuera una pesadilla. Al final de las escaleras Lia ya tenía listas las maletas — si de verdad me amas, déjame ir, no quiero estar a tu lado. Me enfermas — la frase se clavó como una puñalada en el pecho del empresario que tomó los papeles con las manos temblorosas.
— Bien — murmuró, se sentó en la silla y con el bolígrafo firmó, con los labios apretados y el corazón roto — si no quieres volver a verme en tu vida, entonces alargaré mi viaje a España… me quedaré a vivir allá, me voy hoy — Lia le arrebató los papeles y cuando vio la firma los guardó en su bolsa, luego tomó sus maletas.
— Hasta nunca, Oliver — le dijo y salió de la casa.
— Hasta siempre, Lia.
Oliver se quedó en la silla por un largo rato. La había perdido, la había perdido por siempre y el dolor en el pecho le impedía respirar, justo cuando creía que todo comenzaba a mejorar. Golpeó la mesa con tanta fuerza que la rompió.
— ¡Maldito Julio! — gritó, ¿Por qué el papá de Lía le mintió a su hija? Él no tenía nada que ver con el quiebre de su empresa — Hablaré con el viejo mal nacido — se puso de pie y salió de la casa.
Tenía el corazón acelerado y las manos temblorosas por la discusión, y cuando cerró la puerta del auto percibió un extraño olor que llenaba el ambiente, pero no se detuvo a pensar qué era, metió la llave y la giró, pero algo hizo clic cuando la llave encendió el motor.
El auto explotó en una llamarada de fuego grande que lo consumió por completo y los vidrios volaron en todas direcciones, el sonido de la explosión se escuchó hasta el otro lado de la ciudad…
— Pobre hombre — comentó el enfermero observando el cuerpo del hombre en la camilla, el doctor a su lado chasqueó la lengua.
— Todo lo contrario, tiene suerte de estar vivo — le contó — la explosión del auto lo pudo matar.
— ¿Qué tiene? — preguntó el enfermero mientras lo preparaba para la cirugía.
— Tenía un traje grueso y costoso, así que el fuego casi no afectó su cuerpo, solo las manos y el rostro.
— Le destrozó la cara — murmuró el enfermero y el doctor se volvió hacia el cuerpo del hombre.
— Tiene la piel de la cara destrozada, algo le golpeó la nariz y le rompió el hueso, y el vidrio que tiene en el cuello no logró dañar la vena, pero si sus cuerdas bucales, un par de vidrios más en el cuerpo, pero nada grave.
— ¿Familia? — preguntó el enfermero y el doctor negó.
— Está solo, se divorció esta mañana, su exesposa no contesta el celular y sus hermanas están al otro lado del mundo, llegarán apenas mañana.
— ¿Logrará hacer algo por él? — En la cara del enfermero se pintó una mueca de lástima, pero el doctor sonrió.
— Los injertos de piel con células madre lo dejarán como nuevo, mi tratamiento es el mejor, si él lo acepta, pero me temo que arreglar su nariz y todo lo demás lo dejará con una cara completamente diferente. Estará bien, no por nada soy el mejor del mundo, lo dejaremos muy atractivo, pero… cuando despierte tendrá otro rostro, espero que sea capaz de sobreponerse a esto — el enfermero suspiró profundo y el doctor asintió con la cabeza — comencemos.
La boda había terminado, a pesar de todo, más linda y romántica de lo que Portia esperaba, incluso mucho más de lo que Helene pudo haber planeado. Con las decoraciones dañadas y los invitados moreteados y mallugados, todos se congregaron en un tumulto bonito y cálido alrededor de los novios y ni siquiera Portia se fue sin un buena buena lloradita. La inauguración de los termales se había llevado a cabo como lo tenían planeado y cuando Portia vio a Carlo cubierto únicamente por un pantalón corto no pudo evitar que el calor se le subiera a la cara. El hombre trató por todos los medios de acercársele, pero Portia usó el traje de baño más sexy que encontró en el armario y lo ignoró toda la noche. Cuando Lia lanzó el ramo de flores no pudo evitar notar como, entre Helene y Esther, se juntaron para empujarla justo en dirección al ramo que cayó sobre la cara de Portia y tuvo que agarrarlo, y ahora, dos días después, estaba sentada en la recepción con Gis y contemplaba las rosas que comenza
El caos había acabado. La policía había desaparecido una hora después con el papá de Lia esposado, los periodistas habían cubierto todo el suceso y las personas se habían dispersado.Oliver estaba bien, Lia tambien, por lo demás: Portia tenía moretones de pelear con los soldados, Helene los ojos hinchados de llorar y todo el público, invitados y turista más de lo mismo, pero nada de gravedad.— ¿Se van a casar o no? — les había dicho Portia cuando estaban todos reunidos en una mesa tomando té, y cuando Oliver miró a Lia, con el cabello revuelto y la cara sucia ella asintió. Se prometió que estaría con el hombre toda la vida y lo cumpliría.Costó reunir de nuevo a todas las personas, y todo se convirtió en un caos bonito donde la multitud, despeinada, sucia y moreteada, se reunieron a los pies de la tarima, como un grupo de amigos íntimos, un grupo de unas mil y algo de personas que contuvieron el aliento cuando Oliver levantó la mano de Lia entre la suya.— Prometo a marte y respetart
Sam se aseguró que Carlo y Hada estuvieran a salvo en el hotel, luego, cuando escuchó los disparos, los metió a la cocina y empujó a Felipe dentro.— No salgan — les dijo y Carlo dejó a la niña con Felipe para salir en busca de sus hermana.— Sam, no vayas — le suplicó Felipe agarrado a la niña y el pelirrojo negó.— Mi tío — Felipe asintió con la cabeza y el abogado Salió corriendo tras la espalda ancha de Carlo que se perdió por la puerta de atrás del hotel.Todo se había convertido en un caos, las personas comenzaron a refugiarse en el hotel presas del pánico y a Sam le costó una eternidad poder llegar a donde estaba el altar, donde un grupo de policías rodeaba todo con sus armas y sus cuerpos.Portia y Helene trataban de correr tras la tarima mientras gritaban y los soldados las detenían, Lia y Oliver no estaban y eso le preocupó.Localizó a su tío sentado en las escaleras de la tarima, se había aflojado la corbata y tenía la expresión muerta, con los ojos hundidos y muy pálido.C
Lia sintió que el corazón le palpitó tan fuerte cuando la marcha nupcial comenzó a sonar que de no ser por el corsé del vestido se le hubiera escapado.Helene le mostró un catálogo como de un millón de vestidos y cuando ella escogió ese llegó en el primer vuelo directo desde parís, era su regalo de bodas por parte de la gemela y Lia se sintió emocionada y conmovida. Era de un blanco hueso, de corsé recto hasta la cadera y el vestido se desprendía desde la cintura en un millar de hojas delgadas que la hacían parecer una rosa, con los pétalos ajustados que se anchaban a partir de las rodillas. El corsé brillaba reflejando miles de puntitos de luz a los invitados y los clientes del hotel la fotografiaron con emoción. Había un grupo de periodistas que no perdieron detalle de cada uno de sus movimientos y aunque Lia odiaba ser el centro de atención, ese era su día, lo disfrutaría y se regocijaría en él.Cuando comenzó a avanzar, la mano del doctor Cornelius se aferró a la suya y le ofreció
Oliver no había sido capaz de explicarle a Lia con palabras la frase “Helene se volverá loca” hasta que ella misma presenció como se transformó cuando le dijeron lo de la boda.Se rio, lloró mucho y los felicitó, luego se convirtió en una planeadora de bodas experta y lujosa y le dio un presupuesto a Oliver que lo hizo irse para atrás, luego se sentaron y por más de una hora a explicarle a la muchacha por qué no necesitaban mil rosas frescas y un vestido de diez mil dólares. Helene se defendió diciendo que pagaría la mitad de todo, pero Oliver no estaba dispuesto a permitir que la gemela gastara tanto, así que lograron llegar a un equilibrio entre algo clásico y causal y algo bonito y ostentoso.— Portia no se casará nunca — había dicho Helene y su hermana le enseñó el dedo de en medio — cuando yo me case alguien planeará mi boda por mí, así que la única boda que podré disfrutar de esta forma es la tuya — Oliver se encogió de hombros.— Cuando Felipe y Sam se casen — le dijo él y el p
Felipe dejó el plato con delicadeza frente a la mujer que le agradeció con una sonrisa y luego caminó a la cocina. Era la única pareja que quedaba en el hotel y se irían en una hora. Todo estaría vacío para comenzar a preparalo para la inauguración de los temales y Felipe se sintió estresado nomás de imaginar al gentío.Su primo Carlo estaba sentado en un confortable mueble de la sala de ocio de los trabajadores con un montón de papeles en el regazo, Felipe imaginó que eran como mil, tan pesados que tenía que apoyarlo en las piernas.Se sentó a su lado y el rubio grande le acarició el cabello como si fuera un cachorrito obediente y Felipe le apartó la mano de un manotón.— Si Esther no se va contigo hoy o mañana, cosa que no creo porque quiere ver la inauguración, tendrás que ir a mi casa — Carlo dejó de leer el papel que tenía en el regazo y negó con vehemencia.— ¿Y darle el gusto a la testaruda de Portia? No, además esta mañana que los visité no creas que no noté que están más bien
Último capítulo