9° Malas noticias.
Oliver miró el vaso fragmentado en el suelo, la limonada se metía por entre las baldosas y los oídos se le taparon por lo fuerte que latió su corazón.
Cuando levantó la mirada Lia caminaba hacia él con la niña en brazos y Oliver dio dos pasos atrás hasta que se chocó con alguien y cuando lo miró notó que era Felipe el mesero que trataba de agarrarlo porque se caía.
El joven le dijo algo, pero Oliver no lo escuchó, tenía la cabeza embotada y las manos temblorosas y cuando Lia llegó hasta él y lo tomó por el hombro todo regresó como un golpe a su cabeza, los sonidos le hicieron encogerse.
— ¿Estás bien? — le preguntó Lia — te pusiste muy pálido — Oliver no era capaz de apartar la mirada de la niña que lo miraba con curiosidad.
— ¿Es tu hija? — le preguntó, en efecto la voz le tembló, Lia asintió con el ceño fruncido — no me dijiste que tenías una hija — le dijo el hombre en un tono un poco molesto y Lia le apartó la mano del hombro.
— ¿Por qué debería? — cuando le contestó poniéndose a