Los rostros del CEO
Los rostros del CEO
Por: DiegoAlmary
1° Perderlo todo.

— ¡No voy a darte el divorcio! — le gritó Oliver lanzándole los papeles a la cara y Lia sintió como la rabia que tenía en ese momento llegó a un punto extremo.

— Yo no te estoy pidiendo el favor, te estoy exigiendo que firmes estos papeles — le contestó y recogió las hojas que volaron por el suelo.

— ¿De qué diablos me estás hablando? — los ojos oscuros del hombre se hicieron más oscuros todavía — sé que nuestro inicio fue complicado, pero estamos bien, esa noche hicimos el amor…

— ¿El amor? Solo fue una noche de sexo borrachos — Oliver enmudeció — Ya lo sé todo, Oliver — le escupió Lia — este matrimonio arreglado por el bien de la empresa de mi papá no fue idea suya, ¡fue tuya! — Oliver levantó el mentón.

— ¿Y? — le preguntó descaradamente y Lia dejó escapar el aire.

— Yo tenía planes, una vida lejos de este país y tú la arruinaste. Cuando mi papá me dijo que su empresa estaba en la ruina y que tenía que casarme contigo para que aceptaras ser su socio comercial sacrifiqué todo de mi vida para poder hacerlo, pero hoy me enteré de todo. Papá vino esta mañana y le exigí la verdad, tú utilizaste tus negocios sucios para que la empresa de papá quebrara y poder casarte conmigo — Oliver apretó el entrecejo, dio un paso hacia Lia, pero ella retrocedió.

— ¿De qué diablos estás hablando? Eso es mentira, fue tu padre el que llegó a mi…

— ¡Ya no me mientas! — le gritó Lia y Oliver se pasó los dedos por la cabeza, siempre había usado el cabello muy muy corto — estás obsesionado conmigo desde que me viste esa vez en la universidad — el hombre cayó sentado en la silla más cercana presa de un mareo.

— No fue una obsesión, yo de verdad te quiero, Lia — la cara de ella se calentó de la rabia que le trepó por la garganta.

— ¿Quererme? ¿Entonces por qué te acostaste con cuanta mujer mientras estábamos casados? ¿Por qué me humillaste tantas veces en las ridículas fiestas de tus hermanas? — Oliver se puso de pie de nuevo.

— ¿Quieres la verdad? Te la diré. Porque yo te amo, te amo de verdad, pero cuando nos casamos e intenté buscarte esa noche, ¿Recuerdas lo que me dijiste? — Lia no contestó — entonces yo te lo recordaré, me dijiste: prefiero mil veces caminar sobre brasas ardientes que tener una real relación contigo, me das asco — ella le apartó la mirada.

— La noche de bodas con un desconocido, ¿Creías que todo sería como en los cuentos de hadas?

— No sabes lo difícil que fue — le contó Oliver dándole la espalda, tenía los puños muy apretados — dormir contigo cada noche para mantener la farsa, oír como respirabas a mi lado y no poder tocarte, no poder abrazarte, verte a diario y ver el asco con el que me mirabas, dolía como si me apuñalaran cada vez. Creí que en las camas de esas mujeres podía llenar el vacío, pero cuando regresaba a casa y te veía… lamento todo esto, Lia, de verdad lo hago, me desquitaba contigo, pero era mi culpa.

— ¡Claro que lo era! — le gritó ella de nuevo — ahora siento más asco que nunca, todo lo planeaste desde el principio, ¿Cómo lograste poner en quiebra a mi padre?

— Yo no hice eso…

— Pero antes te odiaba porque pensé que eras un oportunista que elegiste casarte conmigo por pervertido, como si todo tu dinero pudiera comprar hasta una esposa.

— ¿Si me odiabas tanto entonces por qué comenzaste a  cambiar? Cuando entendí que nunca te tendría dejé de pelear, pero tú cambiaste, me sonreías en las mañanas… Me diste esperanza. No he tocado a otra mujer desde la noche que estuvimos juntos.

— Yo pensé que estabas cambiando, pero veo que no es así, esa noche fue una gran equivocación, todo esto lo fue. La empresa de mi papá ya está bien, no hay razón para que esta locura continúe — le tendió los papeles y Oliver se los quedó mirando, como si fuera una pesadilla. Al final de las escaleras Lia ya tenía listas las maletas — si de verdad me amas, déjame ir, no quiero estar a tu lado. Me enfermas — la frase se clavó como una puñalada en el pecho del empresario que tomó los papeles con las manos temblorosas.

— Bien — murmuró, se sentó en la silla y con el bolígrafo firmó, con los labios apretados y el corazón roto — si no quieres volver a verme en tu vida, entonces alargaré mi viaje a España… me quedaré a vivir allá, me voy hoy — Lia le arrebató los papeles y cuando vio la firma los guardó en su bolsa, luego tomó sus maletas.

— Hasta nunca, Oliver — le dijo y salió de la casa.

— Hasta siempre, Lia.

Oliver se quedó en la silla por un largo rato. La había perdido, la había perdido por siempre y el dolor en el pecho le impedía respirar, justo cuando creía que todo comenzaba a mejorar. Golpeó la mesa con tanta fuerza que la rompió.

— ¡Maldito Julio! — gritó, ¿Por qué el papá de Lía le mintió a su hija? Él no tenía nada que ver con el quiebre de su empresa — Hablaré con el viejo mal nacido — se puso de pie y salió de la casa.

Tenía el corazón acelerado y las manos temblorosas por la discusión, y cuando cerró la puerta del auto percibió un extraño olor que llenaba el ambiente, pero no se detuvo a pensar qué era, metió la llave y la giró, pero algo hizo clic cuando la llave encendió el motor.

El auto explotó en una llamarada de fuego grande que lo consumió por completo y los vidrios volaron en todas direcciones, el sonido de la explosión se escuchó hasta el otro lado de la ciudad…

— Pobre hombre — comentó el enfermero observando el cuerpo del hombre en la camilla, el doctor a su lado chasqueó la lengua.

— Todo lo contrario, tiene suerte de estar vivo — le contó — la explosión del auto lo pudo matar.

— ¿Qué tiene? — preguntó el enfermero mientras lo preparaba para la cirugía.

— Tenía un traje grueso y costoso, así que el fuego casi no afectó su cuerpo, solo las manos y el rostro.

— Le destrozó la cara — murmuró el enfermero y el doctor se volvió hacia el cuerpo del hombre.

— Tiene la piel de la cara destrozada, algo le golpeó la nariz y le rompió el hueso, y el vidrio que tiene en el cuello no logró dañar la vena, pero si sus cuerdas bucales, un par de vidrios más en el cuerpo, pero nada grave.

— ¿Familia? — preguntó el enfermero y el doctor negó.

— Está solo, se divorció esta mañana, su exesposa no contesta el celular y sus hermanas están al otro lado del mundo, llegarán apenas mañana.

— ¿Logrará hacer algo por él? — En la cara del enfermero se pintó una mueca de lástima, pero el doctor sonrió.

— Los injertos de piel con células madre lo dejarán como nuevo, mi tratamiento es el mejor, si él lo acepta, pero me temo que arreglar su nariz y todo lo demás lo dejará con una cara completamente diferente. Estará bien, no por nada soy el mejor del mundo, lo dejaremos muy atractivo, pero… cuando despierte tendrá otro rostro, espero que sea capaz de sobreponerse a esto — el enfermero suspiró profundo y el doctor asintió con la cabeza — comencemos.    

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