El auto se detuvo frente a aquel enorme e imponente edificio, Elena tomó aliento y descendió, al llegar a portería los guardas solo se miraban entre ellos, no podían creer lo que estaban viendo.
Elena subió al ascensor, se dirigió al piso de presidencia, sus manos y frente estaban sudorosas, los nervios de enfrentar a su padre eran cada vez mayores, el ascensor se detuvo.
Las puertas se abrieron, Elena salió dando pasos cortos mostrando su seguridad, las cosas se veían diferentes, a pesar de que los muebles permanecían en el mismo lugar.
—Buen día —Elena saludo a la asistente y continuó avanzando.
—Disculpe mi intromisión, pero la oficina de presidencia se encuentra desocupada —informó la asistente.
—No importa, esperaré a mi padre el tiempo que se demore, pierde cuidado —la asistente se levantó e hizo sonar su garganta llamando la atención de Elena.
—El señor Marco se encuentra ausente de sus labores en esta empresa —Elena al escuchar aquellas palabras giró su cuerpo sobre sus talon