Una semana más tarde.
Leonardo ha buscado hasta el último rincón al culpable del ataque de su hermano, pero no ha logrado obtener ningún resultado, los negocios caminan sobre ruedas, el tiempo que permanece en la propiedad es mínimo.
A su vez, Elena ha permanecido dócil y llevadera ante Cristina, no se opone ni en lo más mínimo, buscando ganarse su confianza para estar cerca y escuchar todos sus planes, tal y como Leonardo se lo ordenó.
Una vez que Mario fue dado de alta se dirigió a uno de los establecimientos de Leonardo, por supuesto acompañado por los hombres de su padre; allí ingresó con su peor cara, el personal de seguridad intentó detenerlo, pero él a la fuerza ingresó.
Leonardo se encontraba en su palco privado, una vez que Mario hizo presencia, Marcello le indicó a su jefe sobre la presencia de su hermano, Leonardo levantó la mirada y con un movimiento en la mano ordenó a las mujeres que bailaban para él que se retiraran.
—Siéntate y bebe un trago conmigo —hablo Leonardo