Elena en un intento de fuga atravesó aquellos pasillos, esta vez decidió escapar por el patio trasero, en aquel lugar la seguridad de Leonardo era mínima, perfecto para ella.
Elena tomó una escalera que había en el área de mantenimiento decidida en emprender la fuga, como lo supuso, en el lugar no habían hombres que le servían a Leonardo. Colocó la escalera y comenzó a trepar.
La mirada de Elena se fijó en el otro costado de la barda, su libertad nunca había estado tan cerca como en aquel momento, se llenó de valor y continuó avanzando peldaño tras peldaño.
Cuando estaba a punto de celebrar su libertad fue descubierta, solo que esta vez fue por Leonardo en persona.
—¿Qué haces ahí?, te ordeno que bajes —habló Leonardo.
—¡No! —respondió con seguridad—. Jamás lo haré, saltaré y seré libre, no podrás hacer nada para detenerme, ya no te tengo miedo —aseguró Elena.
—Quizá tú no me temas, pero te puedo asegurar que tu madre temblará como un cachorro mojado cuando comience a desatar mi fur