Leonardo regresó a la propiedad, esperaba que las fotografías hubieran hecho efecto y así pudiera manejar fácilmente a Elena, no podía presionarla a la fuerza para que lo obedeciera, pero con chantajes sabía que lo lograría.
Leonardo se detuvo en medio de la sala, los gritos que atravesaban aquellos pasillos eran de Elena, dando pasos largos se dirigió a su habitación, llevó la mano hasta la empuñadura de la pistola y se preparó para defenderla.
Una vez ingresó a la habitación no lograba comprender lo que estaba sucediendo, Elena estaba sola sentada en el borde de la cama, desde su punto de vista no lograba observar ninguna amenaza, todo hasta que se acercó y vio su mano.
—Ayúdame a salvar a mi hijo —pidió Elena con la voz entrecortada.
—¿Qué demonios sucedió? —preguntó Leonardo guardando la pistola en su cintura.
Leonardo inclinó su cuerpo y ayudó a que se recostara en la cama, Elena no paraba de temblar, estaba en shock, si llegaba a perder su hijo lo perdería todo, Leonardo ta