Brooklyn
Al entrar al vestíbulo del hotel, me rodea el familiar zumbido de actividad.
El personal está ocupado, los huéspedes charlan, y todo parece moverse a velocidad vertiginosa.
Pero todo en lo que puedo concentrarme es en él.
Aidan Gallagher.
En las últimas dos semanas, hemos estado escondiéndonos: besos callados, miradas compartidas, momentos robados cuando nadie está mirando.
Se siente como si camináramos por la cuerda floja, equilibrándonos entre algo real y el secreto que intentamos mantener oculto.
Intento dejar ese pensamiento a un lado, pero se me pega como un peso.
Estoy nerviosa.
Siento los nervios subir con cada turno que pasa, pero al mismo tiempo, hay una extraña sensación de confianza que crece dentro de mí. Hasta ahora, hemos salido con la nuestra. Nadie sospecha nada, y siento que podemos seguir así, que puedo tener todo sin perder nada.
Pero sé que lo inevitable se acerca.
No podemos guardar este secreto para siempre.
Eventualmente, alguien lo notará.
Y cuando eso