La máscara de Sophie
El baño de damas del Claridge’s, con sus espejos dorados y su aroma a jazmín, era un refugio momentáneo que ahora temblaba bajo los golpes furiosos de Mateo contra la puerta. El eco de su voz, cargada de rabia, cortó el aire como un cuchillo: “¡Sophie! ¡Abre la maldita puerta ahora mismo!” Sophie, aún jadeante por el encuentro apasionado con Logan, sintió que el miedo la envolvía como una garra helada. Su vestido azul medianoche, a medio ajustar, y su cabello desordenado eran pruebas evidentes de lo que acababa de ocurrir, pero no había tiempo para arreglarse del todo. Su corazón latía desbocado mientras miraba a Logan, cuyos ojos verdes ardían con una furia apenas contenida.
Logan, abrochándose la camisa con movimientos rápidos, dio un paso hacia la puerta, su mandíbula apretada y los puños listos para enfrentarse a Mateo. —Voy a partirle la cara a ese hijo de puta —gruñó, su voz baja pero cargada de una determinación letal. —Se acabó, Sophie. No dejaré que siga