Capítulo treinta y seis. El golpe y la contraofensiva.
El amanecer se extendió sobre Atenas con un resplandor dorado, pero dentro de la villa de Andreas, el ambiente era tenso. Ariadna caminaba por el salón con el ceño fruncido, intentando ignorar la ligera opresión en su estómago. Los mareos habían regresado esa mañana, y aunque había conseguido disimularlos, sabía que Andreas lo había notado.
Él la observaba desde el ventanal, con el móvil en la mano y el gesto endurecido.
—Leonidas se mueve rápido —dijo, rompiendo el silencio—. Demasiado rápido.
—¿Qué ha hecho ahora? —preguntó Ariadna, temiendo la respuesta.
Andreas le mostró la pantalla. Un titular brillaba en letras rojas:
“Escándalo en la villa: fotografías comprometedoras de Ariadna López revelan tensiones internas.”
Las imágenes mostraban a Ariadna en la villa, tomadas claramente a escondidas. Algunas eran inocentes, como ella paseando por el jardín; otras, tomadas en ángulos invasivos, daban la impresión de que estaba vulnera