Capítulo dieciséis. El peso del mundo.
Las campanas de la iglesia cercana repicaban a lo lejos, pero en la villa de Andreas el silencio era ensordecedor.
Ariadna no había dormido. Pasó la noche mirando el mar desde la terraza, mientras los titulares estallaban en todos los portales de noticias.
"Escándalo en el imperio Konstantinos: la fundación vinculada a cuentas offshore."
"El magnate griego Andreas Konstantinos bajo sospecha de fraude y corrupción."
"¿Caída de un titán? El futuro incierto del hombre más poderoso del Egeo."
Las notificaciones no dejaban de sonar en su teléfono. Mensajes de Sophie, de antiguos compañeros de universidad, incluso de periodistas que buscaban declaraciones. Todos querían lo mismo: saber si era verdad.
Detrás de ella, Andreas apareció con el rostro cansado, las sombras bajo sus ojos más oscuras que nunca. Llevaba puesto un traje negro impecable, aunque ella sabía que no había descansado ni un minuto.
—Tengo que ir a Atenas —dijo con voz firme, aunque apa