Capítulo 30

Incluso si tenía que mendigar para sobrevivir, no aceptaría su dinero.

Él ya no era nadie para ella.

Justo cuando se dirigía a la salida del hospital, su teléfono comenzó a sonar. Era un número desconocido.

—¿Quién será ahora? —murmuró, contestando con cautela.

—¿Hola?

Una voz profunda y dominante resonó al otro lado de la línea.

—¿Dónde estás?

Maya se quedó helada.

Esa voz…

—¿Señor Brook? ¿Marcó el número equivocado? —preguntó, desconcertada.

—No me hagas repetir la pregunta —replicó él con tono gélido.

Maya tragó saliva.

—Estoy en el Hospital Newlife.

—Espera ahí.

Y colgó antes de darle oportunidad de responder.

Maya se mordió el labio. ¿Por qué la llamaba Alexander?

Después de lo que había pasado la noche anterior… ¿qué más quería de ella?

Esperó en la entrada del hospital, con el corazón encogido y las manos heladas.

Preferiría que la despidieran a tener que enfrentarlo otra vez.

Pero Alexander era impredecible… y esa incertidumbre la aterraba.

Media hora después, un Maybach negro
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