Maya empezó a soñar.
En su sueño, volvió a su infancia. Sus padres se estaban peleando, pensando que ella dormía y vio a escondidas como su mamá preparaba sus maletas y salía de casa.
Ella hacía la entrada, esperando que su madre regresara. Solo quería estar con ella.
Sin embargo, eso nunca pasó.
Días después su padre le dijo que su madre había enfermado y muerto. Maya lloró desconsolada tras la noticia. En ese momento no lo comprendió bien, pero ahora sabía que solo había sido una mentira que su padre le había dicho para ocultar la verdad.
Su padre, molesto por su llanto, le gritó.
—¡¿Me estás tomando el pelo?! ¡Yo te crié! ¡¿Y aún así lloras por tu madre?! ¡Te voy a enseñar una lección! —gritó, fuera de sí.
—¡Padre, no! ¡Duele, por favor…! —lloraba Maya, intentando esquivar las patadas, pero no podía evitar los golpes. No entendía por que su padre se molestaba tanto con ella, si no había hecho nada.
Alexander, que la observaba dormir, notó que tenía el rostro empapado en sudor y mur