Capítulo 24

Mientras tanto, en otra parte de Rheinsville…

Una mujer elegantemente vestida bajaba las escaleras con el ceño fruncido.

—¿Cómo pudieron descuidar a Terry? ¡Despediré a todos! —regañó con furia.

Nadie se atrevió a responder.

Serena Lewis tomó en brazos a su pequeño hijo y lo acarició con ternura.

—Tranquilo, cariño. Dime, ¿quién te hizo enojar?

Terry sollozó:

—¡Hermano! ¡Hermano es malo! ¡Es un mal hermano!

Serena, que estaba lista para defenderlo, se quedó desconcertada.

—No digas eso. Tu hermano te quiere.

Terry la miró con el rostro bañado en lágrimas.

—¿Me quiere? ¡Ni siquiera me deja entrar a su oficina!

—Eso es porque está ocupado, cielo. Cuando tenga tiempo, podrás verlo. Ahora ve a lavarte la cara; tienes mocos y lágrimas por todas partes —le dijo con suavidad.

Terry obedeció, acompañado de un sirviente.

Serena se quedó pensativa.

Siempre había querido que su hijo se acercara a Alexander, pero jamás imaginó que él sería tan frío incluso con un niño.

La fortuna de la familia Br
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