Capítulo 16

Pasaron los días… y nada.

No me despidieron.

Ni siquiera una advertencia.

Así que, obviamente, decidí empeorarlo.

….

Alrededor del mediodía, vi a Alexander entrar al vestíbulo rodeado de guardaespaldas.

Y justo en ese momento, el destino —o mi propia locura— hizo que abriera la boca más de lo necesario.

—¡Claro que puedo estar en el departamento de secretaría! —dije en voz alta, para que todos escucharan—. Alexander me ama. ¡Me trata muy bien!. —Le di un toque teatral a mis palabras y me crucé de brazos con aire de diva—. No creerán que entré por mi talento, ¿verdad? ¡Por favor! Todos saben que estas cosas no pasan sin ciertas reglas tácitas.

El murmullo del vestíbulo se apagó de inmediato.

Hasta el ruido de los ascensores desapareció.

Sentí que todas las miradas se clavaban en mí, pero ya era tarde para retroceder.

Seguí hablando, fingiendo confianza.

—¿Por qué me miran así? ¿Qué dije? ¡Y no se preocupen! No los olvidaré cuando me convierta en la señora Brook.

—Ejem… —escuché la tos
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