Lisa
—¿Casarme contigo? —logré decir, con la voz apenas un susurro.
No podía apartar la mirada de aquella joya brillante que él sostenía frente a mí. El aro del anillo atrapaba la luz de las lámparas del restaurante y la reflejaba en mi pecho, haciéndome sentir un torbellino de emociones que no sabía cómo controlar. Cada destello parecía una promesa, cada reflejo un recordatorio de lo rápido que todo había sucedido entre nosotros y de lo poco que realmente nos conocíamos.
—Sí… ¿quieres casarte conmigo, mi luna? —repitió, la voz cargada de ternura, y ese apelativo hizo que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza.
Mi mente quiso rechazarlo, pero también se detuvo, bloqueada por la intensidad de sus ojos sobre los míos.
—Pero apenas nos conocemos y… —mi voz tembló, incapaz de formar la frase que realmente sentía.
—Sí, lo sé —interrumpió él, con suavidad, pero con una determinación que me dejó sin aliento—. Quería saber lo que quiero contigo, y esta es la respuesta. Lo quiero