Lisa
Miré la carpeta, repasando mentalmente que no me faltara nada: los documentos, la lista de tareas, todo estaba allí. Respiré hondo y, cuando por fin las puertas del ascensor se abrieron, di un paso adelante… y choqué de frente con alguien.
—Oh, perdón —murmuré, inclinándome un poco para no derramar la carpeta.
El joven frente a mí sonrió con confianza, cruzando los brazos mientras me observaba. Tenía unos años más que yo, quizá veintitantos, y un aire seguro de sí mismo que se notaba en cada gesto.
—No pasa nada —dijo con una sonrisa—. Sos la nueva, ¿no? Lisa, me dijeron.
—Encantada —respondí, intentando mantener la voz neutra y firme, aunque ya me sentía incómoda.
Él ladeó la cabeza y sonrió de manera confiada.
—Vaya… cada vez contratan chicas más lindas para trabajar acá —comentó, mirándome de arriba abajo con cierta intensidad.
Desvié la mirada hacia la carpeta, intentando no mostrar lo incómoda que estaba.
—Gracias, nuevamente —dije, intentando sonar educada.
Hice u