Lisa
Me levanté más temprano de lo habitual. Dormí poco, aunque la verdad es que no esperaba otra cosa. Todavía me dolía todo lo que había pasado con mis padres. Cada vez que cerraba los ojos, escuchaba los gritos de mi madre, el golpe, el sonido de la patrulla alejándose. Y aunque intentaba convencerme de que hice lo correcto, todavía me sentía vacía.
Stephanie se levantó conmigo. Entró a mi habitación con una sonrisa forzada y una taza de café en la mano.
—Tenés que dar buena impresión en tu primer día —me dijo, dejándome la taza sobre la mesa de noche.
Asentí sin mucho ánimo y le devolví una sonrisa débil. Me metí a duchar, intentando dejar que el agua arrastrara un poco de la tristeza, pero no funcionó del todo. Cuando salí, ella ya había preparado un conjunto para mí: una blusa blanca, un pantalón beige y una chaqueta sencilla.
—Es lo más formal que tengo —me explicó—. Pero te queda perfecto.
—Gracias —le dije, mientras me la probaba frente al espejo—. No sé qué haría sin