Capítulo 23 intruso

Estaba tan enojada que lo único sensato fue quedarme encerrada en casa todo el día, intentando no pensar en la discusión.

Cada vez que recordaba su cara, su tono, o lo que había dicho, sentía cómo me hervía la sangre otra vez.

Me dolía la cabeza, me ardía el cuerpo de rabia, y aun así no lograba sacarlo de mi mente.

Por más que quisiera odiarlo, su voz seguía repitiéndose dentro de mí, una y otra vez, como una maldita grabación que no podía apagar.

Caía la noche, y yo solo quería ducharme y olvidar todo.

El agua caliente me ayudó a relajar un poco los pensamientos; caía sobre mis hombros como si se llevara el enojo de a poco, gota a gota.

Cerré los ojos, respiré profundo, intentando concentrarme en el sonido del agua en lugar del caos en mi cabeza.

Pero, aun así, la rabia se mezclaba con tristeza, y la tristeza con esa sensación insoportable de impotencia.

Me pregunté en qué momento todo se había vuelto tan complicado, tan intenso, tan… él.

De pronto, escuché un ruido en mi habitación
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