capitulo 38

El árbitro dio el pitazo que marcó el inicio del segundo tiempo, y el equipo de San Martín salió al campo como una tormenta. No parecían conformes con el 1-0. Querían más. Querían aplastar. Y lo hicieron con clase.

Desde el primer toque, quedó claro que Sergio les había metido energía en el entretiempo. Tocaban de primera, se movían sincronizados, y jugaban como si se conocieran de toda la vida. Cada pase tenía intención. Cada corrida, un destino. La escuela Esperanza Mía, que había sido finalista el año anterior, no encontraba respuestas ante la intensidad y el talento del conjunto azul y blanco.

Y entonces, llegó el minuto 56.

Gonza tomó la pelota por la banda derecha. Lo perseguía un lateral alto y fuerte, pero Gonza era más rápido. Con un toque sutil se lo sacó de encima, miró hacia el área y metió un pase entre líneas que cortó como cuchillo caliente en manteca. Tiago apareció como una flecha, controló con la zurda y definió cruzado con la derecha. El arquero apenas reaccionó.

¡G
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