Capítulo 26. Fachada de sofisticación.
Catalina lo comprendió todo en el momento en que la aeronave se elevó de la pista del aeropuerto de Roma, trazando un rumbo inequívoco hacia el aeropuerto internacional de Moscú.
La revelación la golpeó como un rayo, conectando las piezas dispersas de las últimas horas.
La presentación como asistente, la omisión de su trabajo en la reunión, la repentina premura por viajar... todo convergía en ese destino inesperado.
La confusión inicial se disipó, dejando paso a una mezcla de sorpresa, incertidumbre y una punzante curiosidad por desentrañar los motivos de ese viaje inesperado y el verdadero papel que Francesco tenía reservado para ella en Rusia.
El cielo se abría ante ellos, como un nuevo capítulo en sus vidas, cuyo contenido aún permanecía velado tras la enigmática promesa de Francesco.
—Discúlpame —dijo Francesco mientras le extendía una copa de champán.
—¿Por qué? —inquirió Catalina.
—Tuve la tentación de comentarles acerca de tus creaciones y sobre la incorporación del jade en nues