Lucas Mendoza, un exitoso empresario comprometido con Sonia, Lucas siempre ha soñado con ser padre. Sin embargo, después de múltiples intentos fallidos, Sonia no logra quedar embarazada. Desesperado por cumplir su deseo de formar una familia, Lucas toma una decisión que cambiara sus vidas para siempre: recurrir a la gestación subrogada. Es entonces cuando aparece Daniela, una mujer muy fuerte y resiliente que ha enfrentado mas obstáculos de los que se puede contar. Atrapada en una encrucijada económica, Daniela se ve obligada a considerar una propuesta que nunca imagino recibir: “quiero que sea mi vientre de alquiler”
Leer más—Es inútil, Lucas. Jamás podremos tener un bebé. —Sonia sale del baño con la prueba de embarazo en la mano. Me la entrega, y veo que solo tiene una raya, lo que indica que no está embarazada.
—Cariño, no te desesperes. Pronto tendremos un bebé.
—Por Dios, Lucas, ya llevamos un año en este proceso y no logro embarazarme. —Se sienta en la cama y yo me siento a su lado, dándole un abrazo, pero ella me esquiva—. No quiero que me toques.
—Sonia, no te desquites conmigo por esta situación. Sabes que el doctor nos dijo que tener un bebé podría ser difícil para ti.
—¡Pues ya no lo quiero seguir intentando! —grita ella, lo que activa mis alarmas.
—¿Qué quieres decir?
—Que vamos a buscar otra manera de tener un bebé porque yo ya no quiero seguir intentando, ya me cansé.
—Sonia, se supone que esto debe ser un bebé de los dos, que crezca en tu vientre.
—Ahora hay muchas formas de tener un hijo sin necesidad de que yo quede embarazada y destroce mi cuerpo.
Lo de su cuerpo siempre fue un problema para Sonia, ya que ella es modelo. Cuando le propuse la idea de formar una familia, fue bastante difícil convencerla. Ella solo piensa en la idea de que su cuerpo se desfigure, por eso siempre intento que ella se sienta que siempre será hermosa ante mis ojos.
—Cariño, no te rindas todavía con lo del bebé.
—Pues sí, ya estás advertido, no seguiré intentando esto. Buscaremos un vientre. Ahora, si no es más, iré a ver algunos asuntos de la boda. Ya llevamos meses comprometidos y aún no hemos iniciado ningún preparativo, y quiero que sea la boda del año. —La veo más entusiasmada con la boda que con la idea de tener un hijo, sin embargo, intento entenderla—. ¿Ya imaginas las páginas de las revistas? “La gran boda del CEO de la tecnología, el magnate Lucas Mendoza, y la supermodelo Sonia Arcani”. ¡Sería lo máximo!
—Sí, supongo que sí.
—Bueno, amor, debo irme. —Sonia se acerca y deja un beso en mis labios para luego desaparecer por la puerta de la casa.
Llego a las oficinas, donde todos saludan cordialmente. No soy un jefe tirano, pero tampoco soy de esos jefes que dan confianza con mis trabajadores. Soy estricto y me gusta que todo esté perfecto. Tener este carácter y forma de ser ha hecho que logre grandes cosas y que esté en este lugar de mi vida a los 35 años.
—Señor, aquí está la documentación de las nuevas computadoras que están realizando.
—Gracias, Camila. —Ella es mi asistente y lleva conmigo 5 años. Es una chica bastante profesional y jamás ha intentado algo impropio conmigo, a comparación de las otras secretarias que han pasado por su puesto. Es hermosa, pero no es tanto mi tipo y, además, yo soy un hombre felizmente comprometido. Abro los archivos y siento cómo la rabia empieza a subir por todo mi rostro. Juro que mataré a estas personas.
—¡CAMILA! —grito colérico, y ella en cuestión de segundos aparece con su cara pálida, ya que sabe que algo malo ha pasado.
—¿Dígame, señor?
—¿Qué carajos es esto? Esto se encuentra incompleto. —Grito enojado, tirando ese informe deficiente.
—Señor, esto llegó directamente del área de laboratorio, lo envió el señor Gabriel.
—¿Gabriel? ¿Qué hace mi mejor amigo en esa área? ... Claro.
—Lo mataré.
Salgo de mi oficina furioso, bajo rápidamente a los laboratorios y no me equivoco. El muy descarado se encuentra coqueteando con una de las chicas que trabaja en esa área, Sandra.
—¡Gabriel! ¿Qué carajos haces molestando a mi personal? —Él me mira y luego le susurra algo a Sandra que no logro entender.
—Solo vine a saludar.
—¿Tú fuiste el que mandó esa porquería de informe?
—Quería molestarte. —Me pasa otro informe, y al parecer este es el correcto.
—Aquí no puedes venir a hacer esas estupideces. Esta es mi empresa y también tuya, ya que eres socio, así que compórtate.
—Joder, Lucas, pareces un viejito. ¿Acaso Sonia no te da placer? —Pues la verdad ya no hay tanta actividad entre nosotros, pero eso no quiere decir que sea por eso—. Oh no, tu silencio me lo confirma todo.
—Ya cállate, no digas estupideces, ni hables de mi mujer.
—Claro, dime, ¿ya quedó embarazada o todavía no?
Miro hacia otro lado y niego con la cabeza.
—Sonia no lo quiere seguir intentando. Dice que ya está frustrada.
—¿Es eso o es que no quiere dañar su figura?
—Deja de hablar de mi futura esposa así.
—Por Dios, Lucas, no te hagas el estúpido. Tu mujer es bastante superficial, trabaja con su cuerpo. ¿Crees que está emocionada por tener un hijo?
—Ella y yo ya lo habíamos hablado y estaba de acuerdo.
—Tal vez te lo dijo solo para mantenerte contento con la idea.
—Dijo que buscáramos otras opciones, pero no sé qué más hacer. —Me siento en una de las muchas oficinas que tenemos en la empresa y nos sirvo un café.
—Creo que tengo una idea.
Me giro y lo observo con curiosidad. Ahora, ¿con qué estupidez me piensa salir?
—A ver, genio, te escucho.
—Alquilen un vientre.
—¿Qué? ¡Ahora sí se enloqueció!
—¡Estás loco! Yo no pienso dejar que otra mujer tenga a mi hijo —le grito enojado.
—Amigo, Sonia no lo quiere intentar más. Es la única opción que tienen - ¡Joder! Odiaba cuando Gabriel tiene la razón, pero no sé si quiera que otra mujer tenga a mi hijo.
—Lo pensaré.
—Piénsalo, hermano. Si quieres un hijo, es la mejor opción que tienes por ahora.
Estoy tan lleno de pensamientos respecto a la idea de ser padre y esa necesidad de formar una familia con Sonia que mi mente no deja de pensar en la idea de Gabriel. No lo quiero hacer, pero al ver que Sonia ya no lo quiere tener por su cuenta, me lleno de frustración y esa idea se vuelve más clara que nunca.
—Necesito tomar aire o me ahogaré en este lugar. —Salgo de mi oficina y tomo mi abrigo—. Camila, iré a comprar un café.
—Señor, si desea, puedo ir por él.
—Tranquila, de igual forma quiero ir a tomar aire. Si alguien me necesita, que se espere o luego yo lo llamaré.
—Claro, señor.
Cuando salgo, me doy cuenta de que está lloviendo fuerte, así que no me queda más opción que tomar mi carro y salir por mi café. Afortunadamente no queda muy lejos el lugar, pero yo quería caminar y despejarme. Mi teléfono suena y veo que es una llamada de Sonia, pero cuando vuelvo a levantar la vista, una mujer está cruzando la calle y no me da tiempo de frenar, lo que hace que atropelle a la mujer.
—¡Mierda! —Me bajo rápido del carro y ruego a Dios que la chica esté viva. Veo que está en el suelo, tocándose la frente que parece tener sangre.
—Lo que faltaba. —Un fresco regresa a mí cuando la escucho hablar.
—Dios mío, lo siento, yo...
—¿¡Qué carajos le pasa!? —grita ella, casi al borde de matarme—. ¡Casi me mata!
—Lo siento, está lloviendo muy fuerte y no la vi bien. —Ella intenta pararse, pero vuelve a sentarse, al parecer algo le está doliendo.
—No, no. —Toca su pierna y las lágrimas empiezan a rodar por su mejilla—. ¡Esto no me puede estar pasando! ¡No ahora!
—¿Le duele la pierna? - Ella asiente con la cabeza.
—Déjeme llevarla a un hospital.
—No puedo, no tengo seguro. —Ella sigue tocándose—. ¡ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO! ¡NO AHORA!
—Tranquila, yo pagaré todo.
—¡No entiende! No me puedo dar el lujo de irme a un maldito hospital. Necesito buscar un trabajo o me quedaré sin hogar.
—¿No tiene a nadie más?
Ella niega con la cabeza.
—No tengo a nadie y pronto me sacarán a patadas de la calle por no pagar el arriendo.
—Vamos a solucionar eso, pero primero deben revisarla. —Ella me mira y es inevitable no quedar hipnotizado con el color de sus ojos. Sin duda, parecen el color del cielo, y sus pestañas negras alargadas los hacen ver más brillantes—. ¿Cómo se llama?
—Daniela. ¿Y usted?
LUCAS MENDOZAHan pasado dos meses y Daniela no ha mejorado del todo. Se ha vuelto una mujer retraída, fría… Cada vez que estamos juntos siento que su mente está en otro lugar. Volvió al trabajo, sí, pero no habla con nadie. Camila ha sido comprensiva y se le acerca de vez en cuando, pero Daniela siempre encuentra la forma de mantenerse distante.—¿Cómo van las cosas? —pregunta Gabriel mientras revisa unos documentos.—De mal en peor —respondo, soltando con frustración los papeles sobre el escritorio—. No sé qué hacer, Gabriel.—¿Por qué no intentan ir a terapia? -¿Terapia? No lo había considerado, ¿cómo voy a proponerle eso a Daniela? —Tal vez les ayude —agrega—. Y así ella logra salir de ese estado en el que está atrapada.—Buscaré a la mejor terapeuta.—Conozco una muy buena, te paso el número.—Gracias, amigo.Salgo de mi oficina y me doy cuenta de que la oficina de Daniela está vacía. Camila se está preparando para salir, así que me acerco a ella.—Camila, ¿viste a Daniela?—Se f
No tenía respuesta de Daniela. Sentía que el mundo se me venía abajo. Daniela no podía dejarme… y tampoco podía morir mi hija.—Hijo, te veo muy pálido —dijo mi madre, preocupada, al verme en ese estado.—Mamá, no hay respuesta de Daniela… estoy desesperado.—Pronto lo sabrás. Ella estará bien. Tengo fe en que sí.Vi, a lo lejos, al médico saliendo de la sala de quirófano. Se acercó a nosotros, pero al ver su expresión, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Sin pensarlo, corrí hacia él, lleno de preguntas.—¿Cómo está Daniela?—Está fuera de peligro. Logramos extraer la bala. —Sentí un primer alivio. Daniela estaba bien. Gracias a Dios.—¿Y el bebé? —pregunté, temiendo la respuesta. Al ver la cara del médico, supe que algo andaba mal. No… no, por favor, que no sea lo que creo.—La bala alcanzó al bebé y… no pudimos salvarla. Lo siento mucho."Lo siento mucho…""Lo siento mucho…""Lo siento mucho…"—Hijo… —musitó mi madre, soltando un sollozo.—¿Murió? —mi voz apenas se oía. Me dejé c
LUCAS MENDOZALa llamada con Daniela me destrozó por completo. Sabía que no tenía mucho tiempo: el plan de Lorenzo era llevársela lejos de mí. Escucharla llorar me partió el corazón. Podía sentir el miedo en su voz. Cuando me dijo que no las buscara, supe que era Lorenzo quien la obligaba a decir eso. Sé que Daniela me ama y jamás haría algo así por voluntad propia.—¿Tienen algo? —pregunté a los investigadores que tenía trabajando.—Tenemos una ubicación, pero es una zona con varias residencias. No sabemos con certeza en cuál está.—¡Maldita sea! —gruñí frustrado—. Vayan hoy mismo y vigilen. Esto tiene que resolverse rápido.Al salir del despacho, me topé con una sorpresa no tan agradable.—¿Qué hacen aquí? —mis padres estaban frente a mí, tomados de la mano.—Nos enteramos de lo que pasó con Daniela y queríamos saber en qué podíamos ayudar —dijo mi madre.—Mamá, por favor, deja de ser hipócrita. Nunca te gustó Daniela. La despreciaste, la humillaste y pusiste en riesgo la vida de mi
DANIELA MOLINAMe encontraba bastante sola, disimulando por la ciudad. No quería molestar a Claudia con mis cosas, tenía que volver a aprender a valerme por mí misma sin necesidad de tener a nadie a mi lado. —Vamos, Daniela, tú eres fuerte —al sentir una patadita de mi hija, un sentimiento de felicidad invadió mi alma. Al fin mi bebé se estaba haciendo presente—. Hola, querida hija, soy tu mami —coloco mis manos sobre mi vientre—. Siempre te protegeré. Hubiera sido lindo que Lucas presenciara este momento, pero optó por creerle a otras personas sin dejarme explicarle nada. Aunque bueno... yo tampoco debí actuar de esa manera. No debí asistir a ese hospital, jamás pensé que Lorenzo llegaría hasta ese punto. —Vamos a tener que buscar por ahora dónde nos podemos quedar. No vamos a molestar a nadie con nuestras cosas. Por ahora, solo somos tú y yo. —Pensé que también entraba yo. Esa voz... Cuando me giro, es Mariano con su sonrisa macabra. —¡No! —Intento correr, pero soy detenida po
LUCAS MENDOZAAl ver salir a Daniela de la oficina, me acerco a mi madre tomándola con suavidad del brazo. —Vete. —Hijo, reacciona. Esa mujer está haciendo contigo lo que quiere, y tú la dejas. —Ella no ha hecho nada, así que deja de meterla en problemas. —Es una mosca muerta, estoy segura de que ella también quiere estar con Lorenzo. —Ella no quiere nada con él, ella me ama a mí. Así que deja de sembrar la discordia entre nosotros, y más porque vamos a ser padres. —Hijo, pronto me darás la razón de lo que te estoy diciendo, pero por ahora debes solucionar ese problema que se ganaron. —Eso ya es asunto mío, no tuyo. Gabriel y yo vamos a ver cómo solucionamos todo. Esta es mi empresa y yo decido cómo tomar las riendas de esta. —Odio que me veas como un enemigo y no como tu madre —ahora se quiere hacer la víctima. ¿Acaso se le olvidó todo lo que ha hecho? —No te victimices, madre, no es necesario. Tú no eres una santa y sabes que has hecho cosas para dañar a Daniela, pero para
DANIELA MOLINA Lucas y yo bajamos la guardia, aunque el escándalo entre él y Gabriel continuó. Ya pasaron dos días y en las noticias aún hablan de ellos. Lo peor es que, a veces, inventan cosas, y la situación se está volviendo insostenible. Los socios llaman, algunos empresarios han terminado contratos y ambos parecen cada día más estresados. —¿Puedo pasar? —le digo entrando con un café para él—. Te traje café, sé que lo necesitas. —Gracias, cariño —toma mi mano y me sienta en sus piernas, mientras acaricia mi vientre como de costumbre—. Va creciendo —comenta con una sonrisa. —Lo sé, mi espalda lo nota todos los días. —¿Te duele la espalda? —pregunta preocupado. —Sí, pero es normal. Cariño, estoy cargando a una bebé, no es tan fácil. —Lo sé. La puerta se abre de golpe y, de inmediato, mi sonrisa se borra al ver a la persona parada frente a nosotros. —Lárgate de aquí —esa señora me tiene cansada. —¡No le hables así! Te prohíbo que trates de esa forma a mi pareja y madre de m
Último capítulo