Lucas Mendoza, un exitoso empresario comprometido con Sonia, Lucas siempre ha soñado con ser padre. Sin embargo, después de múltiples intentos fallidos, Sonia no logra quedar embarazada. Desesperado por cumplir su deseo de formar una familia, Lucas toma una decisión que cambiara sus vidas para siempre: recurrir a la gestación subrogada. Es entonces cuando aparece Daniela, una mujer muy fuerte y resiliente que ha enfrentado mas obstáculos de los que se puede contar. Atrapada en una encrucijada económica, Daniela se ve obligada a considerar una propuesta que nunca imagino recibir: “quiero que sea mi vientre de alquiler”
Leer másLUCAS MENDOZAHan pasado dos meses y Daniela no ha mejorado del todo. Se ha vuelto una mujer retraída, fría… Cada vez que estamos juntos siento que su mente está en otro lugar. Volvió al trabajo, sí, pero no habla con nadie. Camila ha sido comprensiva y se le acerca de vez en cuando, pero Daniela siempre encuentra la forma de mantenerse distante.—¿Cómo van las cosas? —pregunta Gabriel mientras revisa unos documentos.—De mal en peor —respondo, soltando con frustración los papeles sobre el escritorio—. No sé qué hacer, Gabriel.—¿Por qué no intentan ir a terapia? -¿Terapia? No lo había considerado, ¿cómo voy a proponerle eso a Daniela? —Tal vez les ayude —agrega—. Y así ella logra salir de ese estado en el que está atrapada.—Buscaré a la mejor terapeuta.—Conozco una muy buena, te paso el número.—Gracias, amigo.Salgo de mi oficina y me doy cuenta de que la oficina de Daniela está vacía. Camila se está preparando para salir, así que me acerco a ella.—Camila, ¿viste a Daniela?—Se f
No tenía respuesta de Daniela. Sentía que el mundo se me venía abajo. Daniela no podía dejarme… y tampoco podía morir mi hija.—Hijo, te veo muy pálido —dijo mi madre, preocupada, al verme en ese estado.—Mamá, no hay respuesta de Daniela… estoy desesperado.—Pronto lo sabrás. Ella estará bien. Tengo fe en que sí.Vi, a lo lejos, al médico saliendo de la sala de quirófano. Se acercó a nosotros, pero al ver su expresión, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Sin pensarlo, corrí hacia él, lleno de preguntas.—¿Cómo está Daniela?—Está fuera de peligro. Logramos extraer la bala. —Sentí un primer alivio. Daniela estaba bien. Gracias a Dios.—¿Y el bebé? —pregunté, temiendo la respuesta. Al ver la cara del médico, supe que algo andaba mal. No… no, por favor, que no sea lo que creo.—La bala alcanzó al bebé y… no pudimos salvarla. Lo siento mucho."Lo siento mucho…""Lo siento mucho…""Lo siento mucho…"—Hijo… —musitó mi madre, soltando un sollozo.—¿Murió? —mi voz apenas se oía. Me dejé c
LUCAS MENDOZALa llamada con Daniela me destrozó por completo. Sabía que no tenía mucho tiempo: el plan de Lorenzo era llevársela lejos de mí. Escucharla llorar me partió el corazón. Podía sentir el miedo en su voz. Cuando me dijo que no las buscara, supe que era Lorenzo quien la obligaba a decir eso. Sé que Daniela me ama y jamás haría algo así por voluntad propia.—¿Tienen algo? —pregunté a los investigadores que tenía trabajando.—Tenemos una ubicación, pero es una zona con varias residencias. No sabemos con certeza en cuál está.—¡Maldita sea! —gruñí frustrado—. Vayan hoy mismo y vigilen. Esto tiene que resolverse rápido.Al salir del despacho, me topé con una sorpresa no tan agradable.—¿Qué hacen aquí? —mis padres estaban frente a mí, tomados de la mano.—Nos enteramos de lo que pasó con Daniela y queríamos saber en qué podíamos ayudar —dijo mi madre.—Mamá, por favor, deja de ser hipócrita. Nunca te gustó Daniela. La despreciaste, la humillaste y pusiste en riesgo la vida de mi
DANIELA MOLINAMe encontraba bastante sola, disimulando por la ciudad. No quería molestar a Claudia con mis cosas, tenía que volver a aprender a valerme por mí misma sin necesidad de tener a nadie a mi lado. —Vamos, Daniela, tú eres fuerte —al sentir una patadita de mi hija, un sentimiento de felicidad invadió mi alma. Al fin mi bebé se estaba haciendo presente—. Hola, querida hija, soy tu mami —coloco mis manos sobre mi vientre—. Siempre te protegeré. Hubiera sido lindo que Lucas presenciara este momento, pero optó por creerle a otras personas sin dejarme explicarle nada. Aunque bueno... yo tampoco debí actuar de esa manera. No debí asistir a ese hospital, jamás pensé que Lorenzo llegaría hasta ese punto. —Vamos a tener que buscar por ahora dónde nos podemos quedar. No vamos a molestar a nadie con nuestras cosas. Por ahora, solo somos tú y yo. —Pensé que también entraba yo. Esa voz... Cuando me giro, es Mariano con su sonrisa macabra. —¡No! —Intento correr, pero soy detenida po
LUCAS MENDOZAAl ver salir a Daniela de la oficina, me acerco a mi madre tomándola con suavidad del brazo. —Vete. —Hijo, reacciona. Esa mujer está haciendo contigo lo que quiere, y tú la dejas. —Ella no ha hecho nada, así que deja de meterla en problemas. —Es una mosca muerta, estoy segura de que ella también quiere estar con Lorenzo. —Ella no quiere nada con él, ella me ama a mí. Así que deja de sembrar la discordia entre nosotros, y más porque vamos a ser padres. —Hijo, pronto me darás la razón de lo que te estoy diciendo, pero por ahora debes solucionar ese problema que se ganaron. —Eso ya es asunto mío, no tuyo. Gabriel y yo vamos a ver cómo solucionamos todo. Esta es mi empresa y yo decido cómo tomar las riendas de esta. —Odio que me veas como un enemigo y no como tu madre —ahora se quiere hacer la víctima. ¿Acaso se le olvidó todo lo que ha hecho? —No te victimices, madre, no es necesario. Tú no eres una santa y sabes que has hecho cosas para dañar a Daniela, pero para
DANIELA MOLINA Lucas y yo bajamos la guardia, aunque el escándalo entre él y Gabriel continuó. Ya pasaron dos días y en las noticias aún hablan de ellos. Lo peor es que, a veces, inventan cosas, y la situación se está volviendo insostenible. Los socios llaman, algunos empresarios han terminado contratos y ambos parecen cada día más estresados. —¿Puedo pasar? —le digo entrando con un café para él—. Te traje café, sé que lo necesitas. —Gracias, cariño —toma mi mano y me sienta en sus piernas, mientras acaricia mi vientre como de costumbre—. Va creciendo —comenta con una sonrisa. —Lo sé, mi espalda lo nota todos los días. —¿Te duele la espalda? —pregunta preocupado. —Sí, pero es normal. Cariño, estoy cargando a una bebé, no es tan fácil. —Lo sé. La puerta se abre de golpe y, de inmediato, mi sonrisa se borra al ver a la persona parada frente a nosotros. —Lárgate de aquí —esa señora me tiene cansada. —¡No le hables así! Te prohíbo que trates de esa forma a mi pareja y madre de m
Último capítulo