La herida aún dolía, pero afortunadamente no había sido tan grave. Cada día me sentía un poco mejor. Ya estaba de regreso en casa. Intenté caminar con normalidad de mi habitación a la sala, pero según los doctores el dolor era normal. Me coloqué el saco negro y los zapatos con ayuda de Alicia.
―¿Estás seguro de que quieres regresar a trabajar hoy?
―Sí, no soporto estar encerrado un día más…
Lo único que quería era ver a Samantha. Estaba evadiendo mis llamadas, mis mensajes. No podía dejar que pasaran más los días.
―¿Podemos hablar de la boda? Está muy cerca y hay muchos detalles que no se han hecho, pero lo más importante es: nosotros.
―Ahora no quiero saber nada de la boda. Ahora solo pienso en Adriana y en recuperarme.
―¿Qué más vamos a esperar? ¿Que nuestro hijo sea un adulto?
―No sé… y no exageres.
―Me prometiste recuperar lo nuestro. Tenía un viaje planificado para nosotros, para reconciliarnos―dijo y se acercó a mi pecho, colocando sus manos en mi cintura.
―No estoy de ánimos ah