Terminé la llamada con Liam y aunque había sentido una enorme alegría por ese correo, era absurdo aceptar, por más que las condiciones fueran diferentes.
―¿Qué sucedió? ―dijo mi tía al verme llorar―. ¿Quién te llamó?
No quise responderle nada y me retiré a la que era ahora mi habitación. Ya no tenía una para mí de verdad. Me recosté algunas horas y volví a bajar. Mi tía estaba limpiando la sala. Me detuve frente a ella y me recosté en el marco de la puerta.
―Es una larga historia―Le dije en respuesta a lo que me había preguntado horas atrás.
―Tengo todo el tiempo del mundo y tú también―Ambas reímos un poco, pero era cierto.
Nos sentamos en la cocina y le hablé de Liam, de cómo lo conocí, de tantas emociones extrañas que me hizo sentir desde casi el primer segundo. Mientras más decía algo sobre él, más se hacía parte de mí y más difícil era sacar el recuerdo de su piel en mi piel, en mis labios…
Mi tía se quedó en completo silencio como si estuviera viendo alguna historia romántica q