Ver a Liam de nuevo en la granja había logrado que mi corazón lo anhelara, pero tenerlo entre mis brazos mientras sus ojos se cerraban y la sangre de su cuerpo se dibujaba en mis manos fue lo más difícil. Lo abracé con fuerza, deseando que estuviera bien, que no se alejara de mí. En ese momento entendí que me importaba más de lo que podía imaginarme. Tuve mucho miedo de perderlo.
La ambulancia llegó a los pocos minutos; y entre el llanto de Martina, mi confusión, y los doctores, vi en cámara lenta cómo lo colocaban en una camilla. Me quedé inmóvil observando todo, limpié mis manos repletas de sangre con mi ropa y reaccioné corriendo detrás de él. No quería dejarlo solo.
Martina me detuvo en la puerta.
―¿Qué estás haciendo? ―dijo sosteniendo mi brazo mientras observaba con ansiedad el cerrar de las puertas de la ambulancia… dejándome atrás.
―Quiero ir con él.
―Sabía que algo pasaba entre ustedes―Cubrió su boca preocupada―. ¿Acaso no te das cuenta de lo que esto puede significar? ―gritó