Volviendo a la manada.
ALFA RHYDAN
El pasillo hacia mi despacho olía distinto. Después de todo lo que había pasado —Zarina, Aris, Laurenth, Kael— hasta las paredes me parecían ajenas. Empujé la puerta con fuerza, listo para hundirme en mi silla y no salir en horas, pero me detuve en seco.
De espaldas a mí, un hombre alto, hombros anchos, cabello rubio recogido en una coleta, miraba por la ventana. Su aroma me golpeó antes de que se girara: madera, lluvia y hierro. Era imposible no reconocerlo.
Se volvió y sonrió con esa mezcla de descaro y cariño que solo él tenía.
—Vaya… sí que estás hecho MlERDA, Alfa.
Mi corazón dio un vuelco.
—Tom… imbécil… —mi voz salió rota, entre risa y rabia—. ¿Sabes cuánto tiempo te fuiste dejándome solo?
Cruzó la habitación con dos pasos largos.
—Vamos, Alfa. Eras un Alfa fuerte, con una Luna que te adoraba. Solo fueron seis meses… vuelvo y todo está patas para arriba. Mi Lau ahora es reina, tuvimos otra Luna, mi Alfa no está cuando llego. Si hubiera sabido que todo se iba al car