Una enfermera encuentra a una niña congelada en el exterior de su hospital y la rescata. Después de atenderla, descubre que la pequeña tiene un don mágico que le permite curar heridas y predecir el futuro. La niña la lleva a su manada, y se desarrolla una tensa relación con su cruel padre, el Rey de la Manada.
Leer másUna enfermera encuentra a una niña congelada en el exterior de su hospital y la rescata. Después de atenderla, descubre que la pequeña tiene un don mágico que le permite curar heridas y predecir el futuro. La niña la lleva a su manada, y se desarrolla una tensa relación con su cruel padre, el Rey de la Manada.
Ailín. Observaba con aburrimiento, los vendajes que acomodaba mientras tarareaba una canción. El día, estaba bastante gris señalaba que una lluvia aterrizaría sobre nuestras cabezas. —Solamente me faltan dos horas más –susurré intentando darme ánimos, pero obtuve lo contrario. Comencé a pasearme por todas las habitaciones, percatándome si alguien necesitaba ayuda. Al terminar la ronda, me senté junto a la encimera de la cocina. No había nadie, todos se habían marchado a excepción de Carlos, el guardia. Odiaba estos turnos rotativos, pero ¿cómo me escucharían? Si era la mujer sin hijos, disponible según ellos. Solamente tenía a mis padres, y el recuerdo de mi difunta hermana gemela. La perdí cuando teníamos cinco años. Y ahora, solamente guardaba su rostro y al verme, sabía que ella hubiese sido como yo. Me sentía enojada, odiaba esas injusticias. Tenía un perrito amoroso. Y eso contaba como un hijo ¿verdad? Aunque para ser sincera, sabía que para el resto mi vida personal les daba igual. Mientras indagaba sobre mi desgracia personal, un sonido me descolocó. Parecía una especie de llanto. Confundida, fruncí las cejas y me levanté de mi asiento. Al asomarme por la ventana que daba hacia la zona sur, ví un bulto que se movía. Confundida, abrí la boca y la cerré. Corrí hacia la puerta del exterior, al salir el frío me invadió y no había abrigado para nada. Mis pasos se amortiguaron por la nieve, avancé con los ojos curiosos y el corazón latiendo a una desenfrenada velocidad. Cuando estaba en frente, el llanto se intensificó. El viento, soplaba sumamente fuerte. Me abracé a mi misma, temblorosa. Hasta que me senté frente al bulto. —Hola… ¿estás bien? Esa pregunta, produjo darme un golpe mental. ¿Cómo podría estar bien alguien que lloraba? Suspiré, cuando quise decir algo más, una mano pequeña se aferró a la mía. —Mierda –exclamé aterrada y caí hacia atrás. —Ayuda… —comentó una suave voz con dificultad. Cuando aterrada, bajé la capucha que le cubría, encontré un precioso rostro angelical. Sus ojos enormes y azules, estaban acompañados por un rostro palido y rodeado de risos rubios. —Eres una niña pequeña –comenté con los ojos tristes, la tomé de la mano y la cargué en mis brazos. —Ay…uda… —repitió y cayó desmayada. Su cabeza colgaba, y sentí unas enormes ganas de protegerla. —Estarás bien –susurré e ingresé a la casa. Corrí hacia una habitación vacía, y la coloqué sobre la cama. Mis ojos la observaron preocupados, y tomé su pulso. Comencé a realizarle una revisión. —¡Vamos, niña, vamos! —dije preocupada, tratando de mantener la calma. A la niña no le parecía tener ningún tipo de lesión visible, pero no podía estar segura. SSeguí examinándola, tratando de ver si había algo que pudiera ser útil para los paramédicos. Se me estaba olvidando algo. —¡La temperatura! Rápidamente tomé la temperatura de la niña, y descubrí que estaba un poco tibia, aunque estaba tratando de mantenerse alrededor de la temperatura corporal normal. Al poco tiempo, unos golpes llamaron en la puerta. Volteé hacia la puerta y vi que Carlos, el guardia estaba tratando de entrar. —Todo bien, señora? ¿Estás bien? —preguntó él, con preocupación en su voz. Volví la mirada hacia la niña. —Creo que necesitamos ayuda aquí. Esta niña necesita ayuda. Una expresión de sorpresa se apoderó del rostro de Carlos. —¿Un niño? ¿Qué está pasando? ¿Dónde la encontraste? —No tengo idea de quién sea ni dónde venga —respondí, sacudiendo la cabeza en negación. —La encontré en la calle. —Bueno, necesitamos buscar ayuda para ella —comentó seguro y asentí. Salimos de la habitación, sostenía a la niña entre mis brazos. Seguí los pasos de Carlos. Yo seguía preocupada. ¿Quién era esta niña y por qué estaba aquí? Las sirenas seguían sonando a lo lejos, pero no se veía ningún vehículo de emergencia. ¡¿Dónde estaban?! ¿Cómo podría llegar tan rápido en la nieve? La desesperación se volvió parte de ambos. Mi mente estaba repleta de preguntas y ninguna respuesta. El guardia ingresó para pedir ayuda por radio, y luego salió con el rostro pálido. Sabía que eran malas noticias, pero tuve algo de fé. —Brianna, no pueden llegar. Hay una tormenta tan grande que no pueden avanzar —dijo. Me estremecí. ¿Entonces qué debía hacer ahora? ¿Y si la niña estaba en serio peligro y necesitaba tratamiento médico? La observé de reojo con una mueca. Decidí que lo mas seguro, era colocarla sobre la cama y esperar que despierte. Balbuceaban cosas sin demasiado sentido, provocaba unas enormes ganas de llorar en mí. Pronto, al quitarle la capa, descubrí que si era una niña. Tenía un vestido algo anticuado, con unas cancanes blancas y zapatos de color negro. Miré aterrada, tenía marcas recientes. Comencé a curarla, estaba mal herida. Ella protestaba, mientras le limpiaba las heridas. Acaricié su cabello e hice una mueca sintiendo pena por su malestar. —Estarás bien pequeña –susurré acariciando su frente. Me quedé a su lado, hasta que mis ojos comenzaron a pesarme. Al día siguiente, las condiciones del clima, eran iguales. No podíamos irnos, tampoco nadie podía llegar o eso me notificó Carlos. Suspiré sintiéndome preocupada ¿Y si la niña no lo soportaba? Mis ojos se volvieron tristes, mientras analizaba de que manera podría ayudarla. Pero solamente me quedaba controlar sus signos vitales, pero debía hacerlo con el resto de enfermos. Carlos, me ayudaba a pasar por las demás habitaciones, mientras yo controlaba lo mas esencial. Suspiré sintiendo un sabor amargo en la boca, mientras revisaba a la niña. Podía infectarse, pero con antibióticos estaba bien por suerte. Las horas pasaron, y Carlos ingresó. —¿Cómo está la niña? –preguntó y suspiré. —Está estable, supongo… —comenté observándola con una mueca. Los pasos de Carlos se acercaron lo suficiente, y se colocó sentado cerca de mí. —Entonces estamos solos.. y nadie podrá venir –anunció y asentí. Dí un respingo, cuando su mano acarició mi cabello. Mis ojos se abrieron con amplitud sin comprender sus verdaderas intenciones. —¿Q—qué hace? –quise saber temblorosa y me aparté. —Yo… lo siento –susurró y abrí los ojos sorprendida sin comprender sus disculpas. Cuando me tomó de la cintura, y me elevó sobre su regazo. —¡No! –grité aterrada, pude sentir sus manos grandes sobre mi trasero. Apenas entrabamos, él era gordito. Comencé a llorar y se rió —¡No! –grité y me gané una bofetada que produjo un sonido sordo. Mi vista se volvió borrosa y cuando logré volver a enfocar su rostro, sentí un colchón sobre mi espalda.———————————Iría a la mañana siguiente. En esa noche, estábamos en una casa cercana a la de mis padres. Estábamos mirando la televisión, cuando de pronto una pequeña cajita color azul apareció frente a mis ojos.—¿Y esto…? –pregunté sorprendida y mis ojos se encontraron con Zane.—¿Quieres ser mi esposa? Pero… no porque seas mi mate. Porque me enamoré de ti por ser tú… te amo inmensamente –comentó y mis ojos se cubrieron de lágrimas –Oh… ¿fue muy rápido…?—No es eso… yo… me siento tan feliz –comenté y lo abracé. Me colocó el anillo y sonreí enormemente. Sin embargo, al día siguiente cuando eran las cinco de la mañana, ya estaba por marcharme.Llegué a la entrada de la habitación, y observé de reojo a mi futuro esposo. Lo dejé, y me subí a su auto para marcharme. Quería respuestas de Yes, y las obtendría. El camino, fue un viaje largo y tedioso. Para ser sincera, tenía algo de miedo.Quizás Yes, nunca me quiso y simplemente quería vengarse de mí. Miles de preguntas inundaron mi mente,
—————Me sentía furiosa. Zane, no me dejaba salir y en ese día había intentado todo para hacerlo. Las ventanas estaban selladas, y la puerta también. Frustrada, cuando abrió la puerta me subí encima y mis garras estaban sobre su cuello.—¿Me matarás? –preguntó con una sonrisa ladina –adelante.Lo solté furiosa y me senté en el suelo. Abracé mis piernas llorando y él me abrazó.—Bien, iremos –comentó finalmente y lo observé con sorpesa –pero debemos ser muy discretos y… debes ocultarte.—Bien, me pondré una gorrita y… una bufanda –susurré y el me observó asintiendo. Se acercó a mí para envolverme con mi abrigo y comenzó a guardar mi ropa.Lo observé apoyada en el marco de la puerta. Mis ojos se encontraron con los suyos, se acercó a mí y presionó mi mejilla con la palma de su mano. Mis ojos se encontraron con los suyos antes de decir alguna palabra.—Te amo mucho, sé que quieres protegerme –susurré y él asintió envolviéndome en un abrazo.—Eres… lo que mas amo en esta vida. No quiero q
Dos meses pasaron, estábamos solos. Yes, se encontraba cuidando la manada, aunque una parte de mí, quería volver a la normalidad. Pero estar al lado de Zane, me llenaba de felicidad. Cada día, nos amábamos y abrazamos hasta quedarnos dormidos.Las mañanas eran perfectas, ambos acurrucados y él se levantaba para traerme el desayuno a la cama. Le amaba, claro que sí. Pero, no sabía que pasaría con el bebé ¿Lo amaría tambien?Aquella duda, me tenía pensativa. Despues de todo, había querido abortarlo. Mordí mis labios procurando que la tristeza, no se llevara nada de mí.—¿Pasa algo? –preguntó sentándose a mi lado. Estaba en el jardín, de vez en cuando salíamos para tomar aire fresco y no estresaros por el encierro.—Nada –mentí sin verlo a los ojos.—Cuando mientes te muerdes el labio inferior y arrugas la nariz –señaló divertido.—¿De verdad hago eso? –pregunté tocándome el rostro y asintió —¿vas a querer a este bebé?—Cómo si fuera mío –comentó y sonreí, atrapó mi mano y sonreí mientra
—Luka solamente te usaba para conseguir tu fuerte sangre, ¡nada más! –exclamó y mis ojos se llenaron de lágrimas asintiendo.—Lo sé… pero este bebé Zane, no tiene la culpa. Yo… no sabía que eso podía ser posible. Mierda –chillé cubriéndome el rostro sin saber bien que hacer.—Querrán casarte…—Pero tu me protegeras –contesté y él se quedó viéndome unos segundos antes de asentir.—Ya… había escuchado eso antes –dijo deteniéndose a la mitad de la frase e ingresó al auto –hay que desaparecer.—¿D—desaparecer? –pregunté y asintió. Tomó su teléfono, realizó algunas llamas que no podía llegar a comprender, y finalmente aceleró lejos de allí. No sabía hacia donde iríamos, pero mis dudas fueron resueltas, cuando llegamos al aeropuerto.—Bien, te compré un pasaje. Tu vuelo –comentó y observó su teléfono –sale en una hora.—Zane… ¿no vendrás conmigo? –pregunté temblorosa y negó –ven conmigo y con Yes…—Debes estar sola. Yo… buscaré a las personas que querrán hacerte daño. Prometo que nadie te l
Pero pasan dos horas, cuando Luka, ingresa por la puerta. Sus ojos me observan y yo, lo ignoro.—¿Qué haces aquí Luka? –quise saber, mientras cortaba fiambre sin prestarle atención.—Necesitaba sangre –comentó y me reí. Apagué la maquina, y lo observé con los brazos cruzados –lo lamento mucho. Yo…—¿Lo lamentas? Claro me imagino. Además de beber sangre, tienes sexo con tus victimas ¡Qué conveniente! –exclamé y bajó la vista.—Yo…—No vuelvas a hablarme –comenté y me dí la vuelta, para pasar un trapo por la maquina. Él me siguió observando –ya puedes irte.—No me iré.—Luka, largo –sentencié señalando la puerta y sonrió –vete…—No me iré –dijo taciturno y negándose. Hasta que un tercero ingresó.—La señorita dijo que te marches –respondió y él lo observó con una mueca.———————————————————————————Al girarse, se encontró con Zane fulminándolo con la mirada. Luka sonrió y me señaló con el dedo –ya me cambiaste ¡Bravo! –exclamó y comenzó a reírse divertido. Lo contemplé perpleja y me obs
—¿Eso es posible?Recuerdo que pasamos toda la tarde recogiendo flores, y cuando por fin regresamos a casa, mamá estaba allí, esperando con una sonrisa.—Chicas, ¿cómo les fue? —preguntó, corrí hacia ella exclamando con mucho entusiasmo:—Mamá, ¡Ailim tiene poderes! —exclamé, y mamá se sorprendió.— ¿Poderes? —preguntó nuestra madre, mirando a Ailim, que se encogió de hombros.—No estoy segura de qué pasó —dije —, pero mi cortada se curó sola.Mamá se volvió hacia Ailím.—Y ¿por qué crees que Ailim tiene poderes?Miré a mi hermana y luego a su madre.—Bueno, recogimos flores —dije— y me corté la mano en una roca afilada. Pero cuando yo miré mi herida, estaba desaparecida. Así que me pregunté si ella tenía poderes, como en las películas.Mamá alarmante se arrodillo a su nivel.—Bueno, puede que sea cierto o puede que no —dijo nuestra madre, y nos miramos entre sí —, pero lo importante es que no tengas heridas y que hayan recogido algunas hermosas flores.Con felicidad, habíamos asen
Último capítulo