LAURENTH
El cuerpo de Lyra estaba frío entre mis brazos. Su respiración era débil, apenas un susurro. El mundo se derrumbaba a mi alrededor, pero lo único que podía escuchar era mi corazón rugiendo de miedo.
Kael furioso notó a Rhyd, que aún sostenía el chocolate envenenado, y la furia lo consumió.
—¡FUISTE TÚ! —rugió, lanzándose sobre él—. ¡TÚ FUISTE! ¡TÚ LA ENVENENASTE!
Los dos alfas chocaron con violencia, la mesa se hizo añicos bajo el peso del golpe. Rhyd alzó los brazos intentando defenderse, gritando entre sollozos.
—¡No, Kaelan, no fui yo! ¡Escúchame! ¡Yo no haría esto, no a ella! ¡Fue Ámbar!
Pero Kael no escuchaba. Sus ojos dorados brillaban como fuego líquido, sus colmillos a la vista mientras lo sujetaba por el cuello.
—¡Juro que si Lyra muere, tú también morirás!
Mientras ellos peleaban, yo apretaba a Lyra contra mí. Su piel se enfriaba más con cada segundo.
«Alya…» mi voz temblaba dentro de nuestra mente compartida—. Alya, ayúdame. No voy a dejar morir a mi hija.
«Estoy c