KAELAN
El campo de fuerza desapareció y en un segundo la tenía entre mis brazos. Mi Luna. Mi amor. Mi vida. Su cuerpo estaba blando, demasiado frío, sus labios apenas se movían. Revisé su pulso con manos temblorosas, besé su rostro una y otra vez, negándome a aceptar lo que estaba pasando
—Amor, despierta, por favor, despierta… —mi voz se quebraba, mis lágrimas caían sobre su piel pálida.
A un lado, Rhyd sostenía a Lyra. La pequeña respiraba con normalidad, sus ojos abiertos, aunque confusos. La sonrisa temblorosa de Rhyd era absurda frente a mi dolor.
—Lo logró… —susurró, incrédulo—. Ella la salvó.
No quería escucharlo. No quería. Mi Lau había salvado a nuestra hija, sí, pero ¿a qué precio?
La abracé contra mi pecho, presionando mi frente a la suya, sollozando como un hombre roto.
—Mi amor, no me hagas esto… por favor, quédate conmigo…
Sus labios se movieron con dificultad.
—Kael… Lyra… está bien…
La rabia me desgarró.
—¡Tú no! —rugí, con los ojos bañados en lágrimas—. ¡Tú no estás b