Mundo ficciónIniciar sesiónLAURENTH
El silencio después del parto era distinto.
No era vacío.
Era cálido, dulce, como si el aire se hubiera llenado del olor de mi bebé.
Lo tenía entre mis brazos, acurrucado, con la piel rosada y ese leve temblor de recién nacido. Su respiración era suave, su corazoncito latía rápido, fuerte, igual que el de su padre.
Alya susurró dentro de mí, su voz ronca y emocionada:
«Somos madres, Lau… míralo. Nuestro cachorro es perfecto. ¿Habías visto algo más hermoso en toda tu vida?»







