La habitacion privada del hospital tenía ese silencio espeso, denso como el algodón empapado de angustia. Thiago estaba sentado, con la cabeza baja, observando los diminutos zapatos rosas de Clara colgando de sus piernas mientras ella, ajena a su tormento, hojeaba un cuento con dibujos torpes y colores vibrantes.
Valeria apareció por el pasillo como una tormenta contenida. Con su bata blanca, mirada decidida y el cabello atado con descuido. No traía buenas noticias… pero tampoco traía malas. Traía la de peor categoría: la incertidumbre.
—Necesito hablar contigo —le dijo sin rodeos, sin siquiera mirar a Clara.
Clara al verla se emocionó. —mamá Vale! Y estiró sus bracitos para que Valeria la tomara en sus brazos.
Valeria tomó a Clara en brazos y le pidió a Thiago que la siguiera. Ella lo condujo hasta una pequeña sala lateral donde podrían hablar con algo de privacidad. Clara dejó a Clara en el suelo en un área con juegos para niños, ella se quedó en la esquina, entretenida con un oso