Fue una noche larga.
Besos enredados, caricias prohibidas, risas, gemidos, gemelos compitiendo por cada lágrima de placer que le sacaban.
A ratos, Nielsen la tomaba del cabello y la hacía mirarlo a los ojos.
—¿Quién es mejor, ah? Dilo, Ivanna… dilo.
Ella reía sin responder, para luego gemir y rogarle que no se detuviera.
—Los deseo, quiero sentirlos dentro de mi.
—Somos alfas dominantes, tal vez no puedas con ambos.
—Yo me preocupo por eso. No sean cobardes.
—¿Estas... tomando supresores?
— Por supuesto. Quien no los toma en estos tiempos
Ambos se miraron mientras se quitaban la ropa.
—Bien, tu lo pediste, pero solo el que elijas te va a marcar.
—Como quieran.
Nielsen la desnudó por completo y comia de sus pechos. Nathan, por su parte, la sostenía de la cintura mientras se enterraba en su interior, susurrándole palabras sucias al oído, viendo como luego su hermano la besaba en los labios.
Ella se retorcía bajo ellos, se reía, gemía, suplicaba y los empujaba a su límite. Sus cuerpos a