El sábado llegó su cumpleaños.
Decoró su pequeño apartamento con luces cálidas y velas aromáticas de vainilla y canela. Había pastel de fresa, refrescos de lima y vodka disimulado en jugo de arándanos.
Se vistió con una lencería roja, fina, con transparencias que delineaban sus curvas pequeñas y firmes. Su cabello negro estaba suelto, sedoso, brillando bajo las luces del techo.
Cuando los gemelos llegaron, Ivanna los recibió con una sonrisa luminosa y falsa.
—¡Ya estan aqui...!
—¡Si, nos detuvimos para traer vino.!
—Te ves preciosa.
—¡Gracias, pasen. Acomodense donde gusten.!
—¿Nadie más viene a tu fiesta?
—Asi es. Lo que pasa es que se fueron todos de vacaciones... y como no soy muy fiestera no les conte igual. Ustedes son mis mejores amigos.
Prepararon bocadillos. Les dio de beber. Rieron, bailaron canciones viejas de reguetón, baladas y pop. Comieron pastel y se mancharon las mejillas, ella les lamía suavemente la crema y ambos se reían como idiotas, embriagados por su aroma y sus