Salimos de la ciudad, íbamos hacia la playa. Sonreí internamente.
—¿A dónde vamos?
—Tengo una pequeña casa en la playa.
—¿Pequeña? Me encanta la playa.
Sonrió.
—Lo sé.
Llegamos a una casa imponente con una playa al frente, la casa estaba asegurada por hombres de Gael. Era un sitio enorme. Frente a la entrada de la casa había una piscina gigante, hermosa, rodeada de césped muy verde con unas flores alrededor de muchos colores, y en la entrada de la casa había muebles grandes muy finos. Entramos a la sala y Gael me veía mientras le echaba una mirada curiosa a la casa. Parecía un hotel.
—¿Este es un hotel? Me engañas de nuevo.
Sonrió sin hablar. Me tomó de la mano y me subió por las escaleras. Lo seguí expectante, abrió una puerta y vi la habitación más impresionante que había visto jamás. La cama era enorme y daba a la calle, al mar, directo, había una pared, ventana. Era como estar en la playa, flotando sobre ella. Me giré y me guindé de su cuello. Me beso en los labios.
—Vamos a nadar,