Me percaté de que no era libre como quería, si no era Eitor encima de mí, eran Gaviota, Buzo, Ramsés, o mi tío, incluso Olivia y Valentín. En otra época no me molestaba dar explicaciones a Gaviota o a Buzo, pero entonces era una locura, no podía contarles, nada.
Estuvieron toda la mañana discutiendo la noticia sobre una denuncia por abuso sexual contra Valerio McNamara. Su carrera estaba acabada, decían algunos noticieros, nadie sospechaba siquiera en la casa Van de Venter que yo era la víctima que lo había denunciado.
Decían que una joven mujer de 24 años lo denunció. No daban detalles y como predijo Gael, en su escudería estaban hechos un lío con la prensa, los presionaban para declarar si lo respaldaban.
—Tú preguntaste si era malo —me señalo Valentín—. Ten una idea.
—¿Vas a salir? —preguntó Olivia.
—Sí, quiero ir a ver algunas tiendas de ropa.
—¡Que te lleve el chofer! —dijo Valentín.
—No hace falta. Iré por mi cuenta.
—Debes tener cuidado, no deberías…
—Basta. Valentín, lo sé. Qu